Lugares donde se desarrolla la novela

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Cerro Lucero y Venta Panaderos

martes, 5 de enero de 2016

Historia de la Acebuchal antigua, aldea de Cómpeta (Málaga)


                                                                           
                                
        


 
 HISTORIA DE LA ACEBUCHAL
                 Por José Ramón Fernández Fernández


             
      Texto  escrito en julio de 1993, y recuperado para que no se pierda la memoria histórica de esta aldea, hoy día reconstruida en su totalidad por los hijos de los hijos de aquellos pioneros de la Sierra de Almijara: pastores, arrieros, caleros, carboneros, agricultores... La aldea fue abandonada en 1948 por culpa de los maquis,  entre 1953 y 1954 volvieron a ocuparla hasta 1965 a 1966, en  que la abandonaron definitivamente.     
    


     La historia de esta aldea donde nací se remonta a tiempos de la rebelión de los moriscos huidos de la batalla del Peñón de Frigiliana, acaecida el 11 de junio de 1569, día de San Bernabé,  historia que fue recogida por Diego Hurtado de Mendoza, Luis Mármol de Carvajal, Ginés Pérez de Hita, y muy detalladamente en la Reseña histórica de la villa de Nerja por Alejandro Bueno García, Veléz-Málaga 1907, y edición facsímil del Ayuntamiento de Nerja de 1987, con notas de maría Rivas y Francisco Capilla, y también en Vida y diáspora morisca en la Axarquía veleña, por Antonio Navas Acosta, Málaga 1995. Luego repoblada por vecinos de Córdoba.

 
Puedo decir que esta aldea de la Acebuchal, enclavada en un valle de la Sierra de Almijara, es término municipal de Cómpeta (Málaga), antiguamente se llamaba sierra de los Verdiales, donde nacieron los puros fandangos flamencos denominados que hoy están tan extendidos por todo los Montes de Málaga, traídos por los repobladores.
Estaba vigilado por el Puesto de la Guardia Civil de Frigiliana por estar dentro de su demarcación, por allí aparecían, de vez en cuando, aquellos guardias bigotudos, bien uniformados con tricornio y barboquejo ceñido, fusil al hombro, bandolera y cartucherín amarillo, uniformados por sí [sic], cumplimentaban su recorrido en casa de Baldomero el Rico, firma reconocida en el Puesto [El autor nos quiere decir que la pareja de Guardia Civil en sus servicios de correrías recogía en su papeleta de servicio la firma de ciertos dueños de fincas para demostrarle a la superioridad que había visitado tal o cual cortijo].  A veces nos visitaban en el colegio, y la maestra daba la voz de ¡en pie!, [y los alumnos] quedábamos todos mutis.
Junto a la misma [Acebuchal] discurría un arroyo con agua fresca y potable que daba sus servicios al vecindario y regaba la huerta que estaba muy repartida [en bancales], y nos proporcionaba buena parte de los alimentos que consumíamos, tales como patatas, maíz, habas, aceite y hortalizas diversas.  Para el riego había instalada varias albercas en las que los jóvenes disfrutábamos bañándonos, las rodeaban algunos olivos milenarios y las agobiaban pencales, la adornaban por todos los extremos matorral de monte bajo moteado con algunos pinos.
Estaban comunicadas por un encrucijada de caminos que unían la costa malagueña con los pueblos de Granada, muy concurrido por los arrieros, que portaban en caballerías los productos de huertas, frutas y pescado a temple [sic] [del tiempo], para vender o intercambiar por los [frutos] propios  de aquellas tierras granadinas: harina, trigo, garbanzos, lentejas, buenas chacinas y la comida de los animales.
 Los pueblos con lo que generalmente nos comunicábamos eran: Frigiliana que distaba 5 kilómetros y que por ser el más cercano visitábamos con más frecuencia; Cómpeta a 7 kilómetros, como era nuestro pueblo [La Acebuchal pertenecía al término municipal y partido judicial de Cómpeta], en él teníamos que gestionar nuestros asuntos; Torrox distante a 8 kilómetros el cual consumía los productos de la sierra, los que los aldeanos trabajaban: leña, carbón; y Nerja la más lejana pero que por estar más surtida también teníamos que ir con frecuencia. Por Granada el [pueblo] más cercano era Fornes a 5 leguas.
Carecíamos de luz eléctrica y nos alumbrábamos con un candil o quinqué de petróleo. El medio de transporte eran las caballerías, cuando alguno enfermaba y había que trasladarlo al pueblo, se improvisaba una camilla de palos y lo llevábamos a hombros, esto se trataba [este sistema se usaba] cuando la gravedad de la persona no hacía posible llevarlo en caballería. Cuando alguno fallecía, lo primero era tomarle la medida al muerto con un hilo bramante, [luego] ir a Frigiliana y el carpintero Frasco Virgen, durante la noche hacía un ataúd. Al muerto también se le llevaba a hombros, cosa que [ahora] veo descomunal, toda vez que con tantas caballerías que teníamos se hubiera preparado en unos capazos y se hacía [sic] [hubiera hecho] estupendamente, pero parece ser que en aquellos tiempos contaba más el sacrificio que la comodidad, después de transportar a hombros el cadáver, se pasaban algunos días adoleciéndose [sic] [doliéndose] de los hombros.
Las bodas eran divertidas, se reunía una recua de caballerías, todas ellas enjaezadas con muchos alamares y cabezales llenas de arraclanes [campanillas] que tintineaban con gracia. A la puesta del sol se emprendía el camino para Cómpeta, procurando llegar al pueblo por la noche, cuando se llegaba a las calles empedradas se procuraba avivar a los jumentos, para que con sus patas bien herradas hicieran resonar fuerte [las calles empedradas], y los [vecinos del pueblo] que estaban ya descansando [en sus casas] se asomaban para ver a la comitiva, y para que la caballería donde iba la novia se distinguiera de las demás se engalanaba con una colcha blanca y era la primera que tenía que llegar a la plaza. Después se acomodaban las bestias en la Posada y se iba al Casino de Candidito a beber aguardiente seco, que era la bebida preferida de aquellos aldeanos que querían limpiar el gaznate del polvo del camino. Las mujeres prefreían alguna copita de menta que las ponía a punto. Una vez que, [ya] de madrugada el cura decía su ceremonia, se marchaba [la comitiva] al romper el día, antes de que las cotilleras del pueblo  les diera tiempo a levantarse. Llegaban a la Acebuchal a la hora de comerse el choto, que durante la noche habían estado preparando las madres de los novios. Seguían la juerga a base de vino del terreno, aguardiente matarratas y carne frita. Ya vencida la tarde, revolcaban la cama de los novios y se marchaban cantando bajito. Por regla general, la sala [dormitorio] de los novios quedaba instalada en casa de los padres de la novia. Al día siguiente los padrinos [de boda] tenían la obligación de llevarles a los novios el chocolate a la cama y comprobar si «el asunto» había marchado bien. Ese día y durante tres más no trabajaban y estaban invitados en casa de los familiares a comer, y esta era la Luna de Miel, que sin más preámbulos eran más dichosas que hoy un viaje al Caribe. Al cuarto día había que ir a hacer los hoyos para las viñas, que si habían abusado con demasía de lo prohibido, durante esos días [de Luna de Miel], los dos kilos que pesaban el azadón les parecía un quintal.
Los trabajos, generalmente, eran agrícolas, parte se dedicaban también a la ganadería caprina, y otras a la arriería, sacando los productor de la sierra.  Las diversiones eran diversas, reuniones juveniles en plan de visiteo. Por las noches se acudía a la casa donde pertenecía estar la Virgen  Milagrosa [la capilla] que se mudaba diariamente. Estas reuniones eran para rezar el rosario y a continuación [después] se hacían las famosas ruedas o juego del anillito, este era un juego muy bonito y particularmente provechoso para los que estaban enamorados, puesto que podían decirle a la [muchacha] pretendida los recaítos, uno que le gustara y otro no [que no le gustara]. Generalmente, tanto varones como hembras,  éramos creyentes y novieros, tan pronto cumplíamos los quince años ya estábamos los mozos detrás de las hembrillas, para que no nos las quitaran las que nos gustaban, y [aquellas] que no aceptaban pronto al pretendiente les caía el chaparrón y no la dejaban un  [sólo] día tranquilas hasta que por fin con algún [mozo] cedía. No era fácil que los novios se disgustaran, pues verdaderamente los noviazgos  que se  formalizaban era porque estaban enamorados.
Las fiestas mayores, que se celebraban anualmente, eran la misa [por San Juan], ese día acudíamos todos con nuestros trajes nuevos, después de misa se sacaba la Virgen Milagrosa en procesión cantando todos a un son.
Podré decir [diré] que en los años 1915 y 1916 nacieron en la Acebuchal 12 niñas y 3 varones, las que quiero relacionar por su hermosura y guapura, estas eran: Dolores la de Eloisa, Dolores la de Antonio Simón, Adelina la de Baldomero, Concha la de Paco Sánchez, Dolores la Melliza, Rosario la de Frasquito, Dolores Miranda, Aurora la de Eduardo, Dolores la de Cayetano, Cristina la de Pepe, Aurora la de Antonio Lomas, Rosario la de Seferino. Los varones eran: Paco el de Virtudes, Baldomero el de Aurora y el Mellizo. Años más tarde aparecieron [nacieron] otra tanda de niñas, que eran las que a mí me interesaban, más o menos de mi edad: Carmen la de Eloisa, Rosario Ortiz, Amelia Torres Ortiz, Ana la de Nieves, Dolores y Rosario la de Paco Sánchez, Magdalena la de Eduardo, Ángeles la de Cayetano, Rosario la de Pepe, Dolores la de Ángel Rojas y como broche de oro Carmelilla la de Emilio [mi prima hermana], que aquí dijo Dios voy a mandar a esta aldea como premio laboriosidad y amor que me tienen sus habitantes, a los que quiero mucho, una muñeca de china y esta la voy a criar exclusivamente para Joseillo Ramón, que es un niño muy aplicado, creyente y de corazón noble, aunque sí algo caprichosillo, por esto le voy a hacer este favor, y que no ande turbado el día que tenga que buscar novia, la crearé tal y como a él le gustarán: bajita, regordeta, con delanteras contrahechas, vivaracha y con ojos que trasminen.
 Por esto a mis quince años volaba los vientos por ella, cuando le veía y ella me dirigía su mirada se me  secaba la garganta y no podía articular palabra, aparte de que tampoco tenía ocasión de cogerla a solas para decirle que me tenía loco. Estas niñas estaban muy conservaditas y vigiladas para cogerlas en un descuido. Por fin a los tres años de pasar penas, en un ráfaga de rollo, pude decirle: Te escribiré desde la mili (Era el día que me marchaba para la guerra, 1938), y ella me dijo: bueno.  Por tanto mi declaración amorosa fue por carta. Lo primero que hice cuando llegué al Campamento Benítez fue coger un libro de aquellos que circulaban por los cuarteles de cartas amorosas, y, con mis dificultosos rasgos de escritura dirigirle la carta lo más amorosa que pude. Mas con los sentimientos que guardaba, creo que no saldría mal del todo, y cual sería mi alegría recibir la contestación diciéndome que ella también me quería. Me pasé la mili entre cartas y cartas, sin sentir a pesar de que fueron seis años de mili.
Después no quiero ni acordarme lo que me costó ir a verla por primera vez, menos mal que ella era algo más abierta y me sacaba de algunos apuros, esto era lo que más me agobiaba, cuando me decía: tienes que pedir permiso a mis padres para venir a mi casa.  Pero donde iba yo por palabras [encontrar palabras] para expresarme delante de mi suegro [y mi tío], con lo guasón que era, y me hubiera dicho adónde vas tú chaval a deshojarme esta flor de loto que con tanto espero estoy criando, tú estas equivocado.  Y yo le decía a mi novia: como ya estoy dentro no me van a echar a la calle, además donde van a encontrar tus padres otro novio para ti como yo, alto, guapo y de buena posición.  Yo tenía muchas cabras, buena finca y de buena familia, menos mal que nunca me dijeron tú a que vienes a este cortijo.   Por fin entre cartas y visitas se pasaron ocho años de [noviazgo] que se hicieron siglos, y el 6 de julio de 1946 [nos casamos] pude volar con ella para Ciudad Real donde me encontraba de guardia civil. Solo me dieron de permiso 8 días [para casarme].
La posguerra fue muy dura en la Acebuchal, por un lado llegaron los maquis y la Agrupación Roberto a la sierra, y por otro la Guardia Civil, que echaron a mis padres y a mis suegros en el verano de 1948.  A mediados de septiembre de 1949 fue la batalla de Cerro Verde, comandado por el capitán Quiles, donde murieron el Cabo 1º Toribio y el guardia Reyes de la guardias civiles y dos bandoleros.
Para espuela de mis males al llegar al Puesto de Piedrabuena tuve que marchar concentrado a la sierra [Las Arripas], volviéndola a ver al mes, solo por tres horas, por este motivo el tomé odio mortal a Franco, pues no hay derecho que a los tres días de casado le quiten a uno el manjar que toda su vida ha estado deseando. El Antiguo Testamento de la Biblia decía que por ningún concepto se separarán a los casados durante un año. No sé cómo el Régimen de Franco, que por tan católicos se consideraban, se saltaban esta ley divina a la torera. Los seis años de mili, dos de guardia civil y 16 meses más de casado separado de mi mujer, tal vez sería el sacrificio que me pidió Dios por el beneficio que me otorgó al darme tan apreciada joya. Mil gracias al divino poderoso, al Rey de España y a Suárez que nos trajo la democracia propiciándonos una feliz vejez. Gracias. Málaga, 24 de junio de 1993. Firmado y rubricado José Fernández.
 

B).  RELACION DE VECINOS  DE LA ACEBUCHAL DE ARRIBA (Datos reales).
    Autor: José Ramón Fernández Fernández, hijo de Antonio y  de Dolores, nacido en la aldea de la Acebuchal, casa conocida por los Corrales, el día 29 de abril de 1920, pertenezco a la familia que apodan "Los Simones". Me propongo hacer constar en estos pliegos a mi manera, la composición de mi patria chica, denominando a sus habitantes, forma de vida y cuantas circunstancias me vengan a la mente, de la fecha 1925 hasta su desaparición en 1948, la que tuvieron que abandonar por motivos de los bandoleros de la sierra, dejándola desierta. Al final de este trabajo haré algún comentario de sus tiempos de ocio [Se refiere al autor a los buenos tiempos de su infancia y juventud. Las historias de sus habitantes, en lugar de por grupos familiares, están divida por casas, la casa como protagonista].
    En este plan, todos los que nacimos y nos sentimos acebuchareños, añoramos con lágrimas nuestra aldea perdida, nos duele en el corazón verla sola, triste y abandonada, y sus nobles descendientes esparcidos por todo la geografía española, por quedarnos sin patria chica como si fuéramos Palestinos. Un abrazo a los que tengan sangre aldeana y se sientan como yo, orgullosos de haber nacido en tan amada tierra.         
Cortijo de Calixto:  Esa finca estaba enclavada junto a las tierras de la Acebuchal, estaba poblada de olivos y algunos árboles frutales, era propiedad de don Federico de la Torre de Frigiliana, se componía de cocina, comedor, dos habitaciones, cuadra y corral, en éste [corral] encerraba mi padre las cabras, hasta que lo arrendó a un colono de los cortijos de Almuñécar llamado Tarifa, el cual también le tomó en renta una piara de cabras. Estaba compuesta por un matrimonio y 4 hijos: Rafaela, Rafael, Carmen y José, más tarde la ocupó Demetrio y Vitoriano la Merina, con sus 4 hijos:  Baldomero, Vitoriano, José y Plácido. Vitoriano la dejó porque compraron la Venta Panaderos. La finca Calixto la labró algún tiempo Emilio el Obispo y por último Plácido el Terrible, cuando se quemaron las sierras de Cómpeta, Frigiliana y Nerja, también ardió el olivar de Calixto, y quedó de pastizal. Hoy sólo sirve para encerrar las cabras de Ramiro el de Casimiro. 
Casa número 1.- Los Corrales I.-   Esta casa que fue construida por Miguel Fernández Lara y Eloisa Ávila Bueno (natural de Nerja, de pequeña quedó huérfana y se crió en el cortijo Limán son unos tíos). De este matrimonio nacieron 7 hijos: Rosario que casó con José González  el de Amadora; Ana que casó con Vitoriano López; Miguel casado con Rosario López (hermana de Vitoriano); Eloisa casada con Francisco Retamero; Dolores casada con Vicente Cañedo El Rubio; Carmen casada con Antonio el de Eduardo; Manolo casado con Enedina la de Betomela. Esta casa se componía de comedor-cocina, dos habitaciones, cámara, cuadra y corral para 300 cabras. Miguel Fernández se dedicaba a la ganadería y a labrar una finca de viñedos que tenía en los Peñones de Frigiliana.
Casa número 2.- Los Corrales II.-   Aquí nací yo. Esta casa fue construida por mis padres: Antonio Fernández Lara y Ana Fernández Acosta, primera mujer de mi padre, la que falleció a los seis años de casada, dejó 3 hijos: Miguel de cinco años, que de mayor se casó con Ana Sánchez hija de Paco Sánchez; Ana con tres años y Antonio con meses, quien fallecería con 18 años de edad de una pulmonía. Estos tres niños al quedar sin madre los recogieron los abuelos, el más pequeño, Antonio, se lo llevó la abuela materna Ana Acosta a la Venta Panadero, se daba la circunstancia que esta abuela, además, estaba criando a un niño del tío José, poco más o menos de la misma edad. Por lo que tío y sobrino mamaban de la misma teta. Los dos hijos mayores: Miguel y Ana, se los llevaron los abuelos paternos.  A poco más del año murió Ana la abuela, quedando viudo el abuelo, por lo que se acomodó con los  nietos a su cargo en casa de Antonio, su hijo viudo.
     Un día, y como se encontraban solos y con los niños a su cargo, le dijo el padre al hijo mira Antonio, aquí hace falta una mujer y yo no tengo edad de casarme, así que lo tendrás que hacer tú.   Mi padre le hizo caso, motivo por el cual se casó de segunda [nupcias], antes de los dos años de enviudar, y lo hizo con otra hermana de la difunta Ana, se llamaba Dolores y tenía 19 años, y la primera noche de casados se encontró con 6 personas,  casa para asistir, más animales domésticos. ¿Qué te parece el plan?, pero allí había una mujer para esto y mucho más, venía de una casa donde se reunían 14 personas y ella era la mayor. También diré que si Dolores aceptó este casamiento no fue por deseos propios, más por recoger a losa sobrinos, que siempre los quiso más que a sus propios hijos. De este segundo matrimonio nacieron 7 hijos más un aborto de seis meses que le acarreó una infección, y estuvo al borde de la muerte. La mayor era Dolores que se casaría después con Antonio Fernández (primo hermano), el segundo era yo, el tercero Emilio, el cuarto Manuel, la quinta Rosario, sexta Salvadora  y el último Antonio el Benjamín.
Casa número 3. La de Pepe Wenceslá.-   Fue  construida por José López López y Dolores Jurado. Se componía de cocina comedor, 2 habitaciones, cámara y cuadra. Tenían 5 hijos: Virginia que casó con Juan el de Medianoche; José  que casó con María Fernández; Inocencia y Cristina, ambas solteras; y Rosario casada con Antonio Moreno. Esta familia tenía una finca en el Mayarín Bajo, bastante retirada de la Acebuchal, y la tenían siempre vacía y nos servía de parque de juegos a los niños.
Casa núm.4.  la de Rosario Ortiz.-  Casa construida por Severino López y Rosario Santisteban hija de Juan Botanas. Vendieron pronto a mi abuelo materno Miguel Simón.  Que [luego] alquiló, creo que en la cantidad de 5 pesetas, que eran los alquileres que por aquellos tiempos se cotizaban, a Antonio Fernández Acosta y a sus esposa Rosario Ortiz.  Antonio falleció a los nueve años de casado, de un accidente en la sierra [En Barranco Mármol, cazando monteses el 13-06-1928, aún existe la pequeña hornacina encalada junto al carril], quedó la viuda con 4 hijos y con una mano atrás y otra delante, como se suele decir, [puesto que] en ese tiempo no había subsidios [pagas de viudedad ni de orfandad], vivió de una pequeña tienda y la venta de algunas bebidas. A los seis años se volvió a casar con un tal Evaristo Moles, natural de Jayena. Ya en estas fechas la casa había pasado a propiedad de mis padres. Como el fallecido Antonio, era hermano de mi madre, y no estaban muy conforme  con este segundo casamiento, le impuso continuar viviendo en casa, después al casarse mi hermano Miguel y Ana se la dieron a ellos, que hicieron dos partes y así quedó hasta su derrumbamiento.  Se componía de comedor-cocina, 1 habitación, cámara, cuadra y corral.
Casa número 5. Venta de la Chacha Concepción.-  Esta casa aún no pudo decir quién la construyó, si sé que era propiedad de Adriano Ortiz [hijo de Federo] y Concepción Fernández. Él falleció joven de una puñalada que le dio un convecino en riña, quedando viuda y sola con 5 hijos: Adriano que casó con tres mujeres [se casó tres veces] con Rosario Sánchez,  María de la familia de los Lagartos y natural de Jates, y con Rosa de Jayenas (Granada); Pepe que casó con una sevillana y que yo no llegué a conocer; otra hija María casada con José Fernández primo hermano [tuvieron 11 hijos, les vivieron 3, uno de ellos Antonio Simón desapareció en la guerra de Melilla]; Rosario casada con Frasco Sánchez El Carabinero; y Dolores que casó con Emilio Santisteban, que falleció joven y ella volvió a casarse con Pepe el Arquero de Cómpeta y pudieron vivir poco tiempo juntos, llegaron a separarse. La casa, como su nombre indica era la venta, y se componía de cocina-comedor, 3 habitaciones y cuadra.  Cuando Concepción murió la compró Evaristo Moles y Rosario Ortiz, esta mujer tuvo 6 hijos. 4 del primer matrimonio con Antonio Fernández Acosa:  Antonio que casó con Carmen Torres vivían en Frigiliana; otra hija Rosario casada con José Colín; otra hija Ana María casada con Antonio Sánchez;  otra hija Isabel casada con Baldomero Torres. De su segundo matrimonio con Evaristo Moles tuvo 2: Manuel casado en Madrid y Eulalia casada con un hijo de Antonio Herrero y que vive en Barcelona.
Casa número 6. De Baldomero el Rico.- En esta casa, que tampoco puedo decir quién la construyó, vivía Baldomero Torres el Obispo con Rosario Ortiz, este matrimonio no tenían hijos y criaron a una sobrina llamada Rosario Ortiz casada con otro sobrino de Baldomero llamado también Baldomero Torres, éstos heredaron los vienes del tío. Tenían una pequeña tienda de comestibles y la casa estaba compuesta de comedor, cocina, 2 habitaciones, cámara, cuadra y corral para las gallinas. Tuvieron una hija Amelia Torres Ortiz que se casó con mi cuñado Paco Fernández, hermano de mi mujer.
Casa número 7. La de Pepe el de María.-   Casa construida por José Fernández González y María Ortiz Fernández, eran primos hermanos, esta casa la conocí yo  siempre vacía, ya que ellos vivían en el Comendaor [finca al pie del Fuerte, porque allí acampó el Comendador da Castilla don Luis de Zúñiga y Requesens en 1569 en guerra contra los moros], donde tenía una finca. Ya los mencionaré cuando llegue a dicho cortijo. Sólo diré que estaba compuesta por cocina-comedor, 1 habitación y cuadra, que tenía un escotillón [puerta en el suelo] y se bajaba a la cuadra por la cocina-comedor.
Casa número 8.-  La Puertallana.-  Casa construida por Baldomero Torres y Rosario Ortiz Ruiz. Única casa que subsiste con tejas de la Acebuchal, consta de comedor, cocina, 2 habitaciones y cámara. En la puerta tenía una explanada de hormigón, por lo que se la denominaba Puertallana. Este matrimonio estaba compuesto por 7 hijos: Adelina, que como su madre se crió con los tíos, falleció a los 20 años de edad (1937); Aurelio casó en Frigiliana con Pura la viuda de Chirrín, este matrimonio duró poco tiempo y se divorciaron, vive solo en un cortijo de su propiedad en la Mayarín Bajo; otra hija Amelia casada con Francisco Fernández hijo de Emilo Simón, él [fue guardia civil] falleció y ella viven en Málaga [con su hija Maria Victoria]; otra hija Braulio casada con Pepe el de los Almendros, él falleció, ella viven en Frigiliana; otro hijo Baldomero casado con Isabel Fernández Ortiz, ambos viven en Frigiliana; otra hija Carmen casada con Antonio Fernández, hermano de la anterior Isabel; y otro hija Rosario que sigue soltera.  Su forma de vida era la agricultura, poseían una buena finca de viñedos y olivos en el Mayarín y alguna huerta en la Acebuchal, que casi todo fue herencia de los tíos. Baldomero el Rico fue el alcalde pedáneo después de la guerra, precisamente un buen personaje para todo.
Casa número 9. La de Tía Teresa.-  Casa que era una de las más viejas de la Acebuchal, propiedad de Baldomero Torres y la tenía siempre alquilada. Conocí en ella a Alfonso el Calero y a María el Cuco, ya cuando los conocí vivían solos, pero habían tenido 3 hijos: Pepe Moreno que casó con Ana la de Nieves; Antonio que casó con Ángeles la de Lorito y que en la guerra [civil] se marchó al frente y, tengo entendido que alcanzó el grado de Teniente, el caso es que desapareció sin dejar rastro, la mujer se vino a Málaga y se unió a otro hombre; otro hijo se llamaba Francisco, se marchó de legionario sobre el año 1933 y en los primeros meses de la guerra lo mataron en el frente. Esta casa que nos ocupa estaba compuesta de una pequeña cocina y una camarilla, después la ocupó José Rodríguez Amadora y su esposa Rosario Fernández, allí le sorprendió la guerra y nació un niño llamado José. Después dejaron la casa y se vivieron a Málaga, no puedo decir más de esta diminuta vivienda, hoy, como todas se encuentra en ruinas.
Casa número 10. La de Manuel Botanas.-  Casa propiedad de Juan Botanas, padre de Manuel Santisteban, que yo llegué a conocer, aunque muy viejo. A la muerte de éste pasó a propiedad de su hijo Manuel Santisteban, el cual en primeras nupcias casó con Dolores Fernández hija de Pepe Simón, falleció joven dejando dos niñas: Dolores que casó después con Ángel Roja, y Obdulia casada con Manuel Rodríguez, después contrajo nuevo matrimonio con Nieves Gutiérrez, natural de Torrox. De este matrimonio nacieron 3 hijos: Nieves que casó con Serafino el de Frasquito Wenceslá; otra hija Ana que casó con Antonio Lomas el que [quien] falleció joven, ella volvió a casarse con otro de Frigiliana, actualmente vive en Barcelona; y otro hijo llamado Manuel que desapareció en el tiempo de los bandoleros. Se componía esta vivienda de comedor-cocina, habitación, cámara y una cuadra que tenía la puerta por el interior del comedor, por lo que siempre despedía mal olor, se dedicaba Manuel a la arriería, llevando leña a Torrox o carbones, también tenía una pequeña hacienda en los Peñoncillos que heredó de su padre.
Casa número 11. De Dolores la Simona.-   Vivienda ocupada por Baldomero Ortiz Federo y Dolores Ruiz La Simona.  Este matrimonio estaba compuesto por la pareja y 5 hijos: Rosario casada con Baldomero Torres; Erinia casada con Miguel Buchaca; Federico que casó con Carmen Fernández Ortiz, hija de Pepico el de María, la cual falleció al año de casada dejando un niño de un mes que también murió tiempo después, él falleció también joven de accidente por la patada que le dio una caballería, y cuando lo llevaban a Málaga para una intervención quirúrgica falleció en el camino; otro hijo Antonio que casó en Frigiliana con una de los cortijos de Almuñécar, ambos fallecidos; otro hijo Baldomero que casó en Frigiliana con Dolores La Potaje viven en Barcelona. Esta casa tenía dos puertas a la calle, ya que, creo, se compuso en otros tiempos de 2 viviendas. Se componía de cocina-comedor, 2 habitaciones, cámara y dos cuadras que tenía en la acera de enfrente, separada de la casa. Baldomero Ortiz se dedicaba a la agricultura [tierras] que poseía de su propiedad, también tenía algunos bancales en la huerta, tal vez heredados de sus antepasados. Era muy severo para los hijos, aunque su rudeza no era muy eficaz y poco alcanzó de ellos. Sólo les inducía al trabajo y poco a su enseñanza cultural.
Casa número 12. De Dolores la de Frasquito el de Concha. -  Esta casa debió ser construida por Frasquito Recio y Dolores López la Lonador, se componía de comedor-cocina, 1 habitación y cuadra, que también tenía un escotillón para bajar a la cuadra. [La familia] se componía de matrimonio y 4 hijos: Antonio que permanece soltero y viven en Málaga con su hermana; otra hija Dolores que casó con Pepe Gómez, él falleció, ella vive en Málaga con su hermana; otra hija Dolores que casó con Pepe Gómez, él falleció, ella vive en Málaga con su hermano Antonio (soltero); otro hijo José casó en Cómpeta, ignoro el nombre de la esposa, y otra hija que era melliza de José se casó con un tal Javier de Lentejín. Frasquito Recio vivía como Dios le daba a entender aunque heredó muchas tierras de su padre y muchos olivos pero en casa se veía siempre apurado, para decir que vendía la aceituna y después tenía que ir la mujer a casa de Baldomero [el Rico] a que le diera fiado una cuarterola de aceite para hacer las migas. La mujer que tampoco era muy experta, nunca se entretuvieron en comprar una orza para el aceite que allí todo el que tenía olivos, guardaba aceite para el año. Frasquito murió en accidente cuando en el año 1937 cortaba un pino en la cañailla de Meliendres, le calló encima y rodó con él.
Casa número 12. De la Chacha María la Lonardo.-   Esta casa que también era  de las más antiguas de la Acebuchal, sería propiedad del tío Gaspar, abuelo de la María (propietaria) que yo conocí viviendo en ella. Se componía de comedor, una pequeña habitación y camarilla, debió de ser partición de otra que estaba adosada y que era de otra hermana. En ella vivía sola la Cacha María, que viví de lo que los hijos le traían. En aquel tiempo los ancianos no tenían subsidio de vejez [pensión], y si los familiares no se acordaban de ellos morían de hambre o implorando la caridad, aunque esta era grande [la caridad], pero a nadie el sobraba por menos en aquellos lugares.
Casa número 13. Casa Chica.-    Esta casa cuando yo la conocí era propiedad de Emilio Simón [mi suegro]. Yo recuerdo verla como escuela, la que estaba regentada por un tal Dieguito Retoño, uno de los mejores calígrafos que yo he conocido aunque no era maestro del Gobierno [Maestro Nacional], pero tenía una cultura estupenda. Más tarde vivió Vitoria Ávila, fue donde su dueño Emilio puso la casa cuando contrajo matrimonio con Virtudes Fernández hasta que se hicieron de una mejor casa, que ya mencionaré. Estaba compuesta por una cocinilla muy pendiente, un cuarto que, tan húmedo era, le choreaban las paredes, y una diminuta camarilla en las mismas condiciones y con las escalera de pizarras, que sólo cabía poner el pie. En tiempo de los Rojos fue la casa del Comité, donde se litigaban los precios del pan y donde [se decidía]  adónde iban los trabajadores al día siguiente [a qué fincas irían a trabajar sin que el amo los llamara y luego exigían el jornal]. 
Casa número 15. Casa de la Escuela.- Esta casa propiedad de Paco Sánchez, la que él construyó, la alquiló al Ayuntamiento de Cómpeta para Escuela Nacional, por cuyo motivo vivía en casa del suegro, fue ocupada por las siguientes maestras: doña Emilia que fue la primera, era interina, después fue doña Dolores Romero, ya era propietaria [de la plaza], la ocupó durante ocho años, tenía una hija llamada Pilar que padecía ataques epilépticos, por cuyo motivo creo que doña Emilia siempre estaba mal humorada, no diré que fuera mala maestra, pero de aquellas antiguas que enseñaban con la palmeta, hincar de rodillas y el gorro con orejas de burro, que José Feliza le construyó, cómodamente rellenada en el sillón, ordenaba a las más adelantadas para que enseñaran a los demás, el que [quien] era un poco más listo algo aprendía, pero los más rudos [de mollera] salieron a los ocho años sin aprender ni la A.  La relevó otra llamada señorita María López Ruiz que sólo estuvo una temporada. Después fue otra maestra llamada Dolores Ortiz Recio y que llevaba de compañía a su hermana Carmen, a éstas les sorprendió  la guerra civil, como era tiempo de vacaciones [18 de julio 1936], en esa fecha estaban en casa de sus padres en Málaga, familia no adicta al régimen que entonces mandaba en Málaga [Frente Popular]. El padre era abogado y en los primeros días del Movimiento [Nacional] le mataron a un hijo de 22 años llamado Juanito, en vista de lo cual y viendo los malos vientos que corrían fueron a refugiarse a la Acebuchal, donde fueron protegidos hasta la liberación de Málaga, que volvieron a su casa de Málaga [ni los del Comité los denunciaron]. Con esta maestra terminó la escuela y aunque quedó vacante no la volvieron a ocupar más.
Casa número 16. Del Chaco Pepe.-  Esta casa fue construida por José Fernández Ruiz y Ana González Fernández, cuando yo la conocí estaba ocupada por mi bisabuelo y a la vez abuelo de mi mujer [somos primos hermanos]. A la muerte de éste la compró Miguel Fernández Acosta y Dolores Fernández, que la habitaron poco tiempo ya que se marcharon a Patamalara, una fábrica de luz en el río Torrox y alquilaron a Casimiro, donde nació la hija de Evangelina; después también estuvo alquilada a Pepe Moreno y más tarde la vendieron a Carmen la Merina, donde vivió con sus tres hijos: Emilio que casó con Rosa Santisteban; otro hijo Baldomero Torres que casó con Concha Sánchez [tuvieron taberna, dos hijos, uno de los hijos es Aurelio el Obispo, alma pedánea de la Acebuchal];  Antonio casado con Dolores, hermana de Concha Sánchez. Carmen [la Merina] tenía además otra hija llamada Justa pero esta ya no vivió en esta casa porque casó en Frigiliana con José Longaniza y tenía una finca en Río Seco. Estaba compuesta por comedor-cocina, dos habitaciones y cuadra.
Casa número 17. De Plácido el Terrible.-  Casa que ignoro su antigüedad, estaba ocupada por Plácido López el Terrible, casado con Nieves Jurado, se componía de una pequeña cocina-comedor, sala también pequeña y una camarilla aún más pequeña,  apenas se podía mover [una persona] en su interior. La familia estaba compuesta por 4 hijos y el matrimonio: Ana que casó con Pepe Moreno; Plácido que casó en Frigiliana con María la Palancares; Antonio que era algo retrasado y murió soltero; y José que casó en Frigiliana y desapareció en la sierra con los bandoleros. Era una familia de lo más atrasada económicamente, sólo se dedicaban a llevar leña a Torrox con un burro que tenían, y las tierras que tenían era una pequeña viña en los Peñoncillos con poco más uvas para comer, pero el verano se iban al cortijo a pasar unos días.
Casa número 18.- De Emilio Simón.-  Casa que después de casados compró Emilio Fernández [Simón] y Virtudes Fernández, yo la conocí siempre vacía ya que ellos vivían permanentemente en el campo del Mayarín, ya describiré a la familia cuando llegue a la casa de campo. En el año 1940 se casó el hijo Antonio con Dolores Fernández [mi hermana] y se fueron a vivir a esta casa que ocuparon hasta su abandono. En ella nació la hija Primitiva y otro niño llamado Antonio que murió a los 16 meses;  Alberto y Dolorcitas que de niña cogió la poliomielitis. Estaba compuesta por comedor-cocina, dos habitaciones, cámara y cuadra. Poseían en la misma casa una tienda de comestibles.
Casa número 19.-  De Paco Botanas.-  Casa propiedad de Francisco Santisteban y su esposa Felixa Gutiérrez. Se componía de 5 hijos: Manuel casado con Ángeles López, hija de Baldomero Lonador; Otra hija Rosa casada con Emilio Torres; Francisco casado con Angelines López; Dolores, era hermana melliza del anterior, se casó con Baldomero Moreno; y otro hijo que padecía epilepsias y murió a los diecisiete años. La casa estaba compuesta por cocina, dos habitaciones y cuadra con la puerta interior a la cocina. Esta familia se dedicaba a la arriería y eran los únicos que se quedaban todo el año en la Acebuchal, ya que no tenían casa en el campo, ni tierras.

           1). EL ACEBUCHAL DE ABAJO
    Comentada la Acebuchal de Arriba, quiero hacer lo mismo con la de Abajo o Casas Honderas como nosotros las denominábamos. Contaré que estaba situadas a unos 700 metros de distancia en plenos bancales [al Oeste], punto conocido por los Collaillos, rodeada de algarrobos y olivos verdiales, de los que estaban poblados todo la huerta, al estar regados todo el año producían mucho fruto. A los molineros no le agradaba mucho estas aceitunas, porque decían que no daban mucho rendimiento, aunque sí eran de buena calidad. Los frutos que generalmente se sembraban en los bancales eran: primero las habas, que se ponían [sic] [sembraban] en el mes de octubre, después las patadas en el mes de diciembre de una semilla que Paco Sánchez traía de Monachil [Granada], estas se arrancaban en el mes de junio y seguidamente se sembraba el maíz, que por ser una planta tan frondosa, producía durante todo el verano una aspecto de vergel. Entre las plantas de patadas se solían poner algunas de lechugas, y que en los meses de marzo a abril, en las buenas tardes de primavera, solían ir las mocitas a por las frescas lechugas y esta labor les servía de recreo y de entretenimiento con los mozos que guardaban las cabras o regaban.
Casa número 1. Casa de la tía Manuela.-   Esta casa es muy antigua, actualmente persiste en pie y con tejas, se compone de cocina-comedor y una camarilla, es propiedad de Antonio Federo y la alquilaba generalmente a los recién casados, entre tanto encontraban otra cosa  [casa] mejor. Conocí en ella a varios inquilinos, entre los que más recuerdo a Serafino Antonio Lomas, aunque era pequeñas pero como lo que tenían que meter tampoco era gran cosa se apañaban divinamente, una cama, baúl, un silla como mesita de noche para colgar la ropa mientras dormían, mesita comedor, 4 sillas y los cacharros de cocina que como los vecinos tenían costumbre de regalar, la pertechaban de muchas cosas necesarias para el uso diario. Este nombre, con que se conocía la casa, era propiedad de una señora que la habitó antiguamente y que se llamaba Manuela, madre de Isabel la esposa de Antonio Federo.
Casa número 2. De la Guarina.-  Esta casa era también muy antigua, yo sólo conocí viviendo en ella a Antoñico Miranda Gorrina y a su esposa Dolores López, él era natural de Monachil (Granada), ambos fallecieron muy viejos. Dolores falleció a los ciento dos años y él con más de noventa, vivían de unos bancales que tenían y cuando iban a labrarlos cavaban los dos juntos. Después al quedar la casa vacía, no la pudo habitar nadie por estar inhabitable y no mercería la pena su reparación, siendo una de las primeras que quedaron en ruinas. Contaba de cocina-comedor, una habitación y dos cámaras, mucho material de mampostería, pero pocos huecos. 
Casa número 3. La Bodeguilla.-   Esta casa no merece denominarla casa, pues solamente era un pequeña habitación.  Pero sí quiero que figure por su trascendencia, que  en ella es donde empieza a contarse la numerosa familia de Los Simones.  Allí vivió mi bisabuela con sus cuatro hijos, los que ya figuran en el libro mío: Familia de los Simones.  Cuando yo la conocí servía de bodega a los vinos de mi padre, por lo que se conocía por la bodeguilla, tenía por encima una camarilla que era propiedad de la Gorrina, se infiere [supone], que de las particiones familiares quedaría así. Este caserón ya no existe, la máquina que hizo el carril de Frigiliana a Cómpeta la destruyó.
Casa número 4. De Wenceslá la Catarro.-  Esta casa que era la más alta de la barriada, toda vez que tenía tres pisos, cosa insólita en la Acebuchal, no sé a qué obedecía esta obra y tampoco tengo noticias de su constructor, estaba habitada por una anciana llamada Wenceslá López Ruiz y constaba: debajo [en la planta] un comedor-cocina, cámara de las mismas dimensiones que el piso bajo y ático que tenía la puerta por la calle de arriba. Cuando ella murió la ocuparon los hijos de Frasquito López, la que pasó a su propiedad por herencia, pronto también quedó inhabitable por vieja.
Casa número 5. De Frasquito Wenceslá.- Casa construida por Francisco López López y Dolores Ávila La Merina. Se componía de cocina, comedor, dos habitaciones, cámara, corral para 600 cabras y cuadra. Se componía esta familia de 9 hijos: Casimiro que casó con Carmen Sánchez; Severino que casó con Nieves la de Manuel; Vitoriano que casó con Ana la de Eloisa; Luis que casó con Rosario la de Serafino; Antonio que casó con María Ávila la de Coronado; Paco que casó con Rosenda; Saturnino que casó con Carmen la Cebolla; José que casó en Frigiliana con una hija de la Llorosa; y la única hija Rosario que casó con Miguel el de Eloisa. Se dedicaban a la ganadería del cabrío, que tenían la más numerosa de la Acebuchal, además tenían muy buenas tierras en el campo del Mayarín, después compraron el cortijo de Las Pupertas una finca de muchas tierras, casi todas de manchones y que ellos repusieron, también tenían el cortijo de Limán, fincas en la sierra de Nerja, por tanto, aunque era una familia numerosa, todo muy trabajadores poseían un estupendo capital, que mayormente los hijos han disfrutado.
Casa número 6. De Joseíco Gorrina.-  Casa construida por José Miranda López y Carmen López la Filomena, estaba compuesta por dos habitaciones, comedor y corral para cabras, que era su profesión, tenía este matrimonio 4 hijos: Prudencia que casó con Antonio Betomela; José que casó con Aurora la de Eduardo; Dolores que casó con Paco el de Eduardo y Paco que falleció en la guerra civil, pero de enfermedad, también tenían buenos bancales en la huerta y fincas de secano.
Casa número 7. De Cunero.-  Casa muy pequeña de una sola habitación. Esta familia compuesta por tres hijos, quedaron de pequeños huérfanos, por lo que se marcharon al pueblo de Torrox donde se  casó la [hija] mayor. Después se casó el hijo varón llamado Luis. Estuvo viviendo con su esposa Dolores Moreno, hija de Eduardo Carramañes, únicos habitantes que en ella yo conocí.
Casa número 8.- De José Simón.-  Este matrimonio estaba compuesto por José Fernández Lara y Virtudes López López, no tenía familia, o sea, hijos. Tenía la casa que describo, la cual era de sus padres y que él heredó, donde se crió con todos sus hermanos, se componía de cocina y dos habitaciones y cuadra. Después [José] como estaba en buena posición, hicieron sobre el año 1931 otra casa casi junto a la otra, ésta era una casa moderna y de mejor calidad que la que ellos tenía. La primera casa en la Acebuchal que tuvo mosaicos finos. Se componía de comedor, cocina, dos habitaciones en la planta baja y cámara que ocupaba todo el bajo, aún todavía se podría habitar con una  pequeña reparación. Cuando él falleció, dejó a la esposa el cuidado de una sobrina llamada Rosario, la que después heredó los bienes que ellos tenían. La casa se la dejó a su sobrino Paco y otra parte de tierras la heredó sus sobrinos Emilio y esposa Evangelina, a pesar de tener muchos sobrinos, pero hubiera repartido los bienes peor.
Casa número 9. De Javier Carrameña.-  En esta casa vivía Javier Moreno y Dolores la Javielona, no tenían hijos, después recogieron a un sobrino Sebastián que quedó huérfano, que heredó los pocos bienes que tenían: una pequeña finca en los Peñones. La casa estaba compuesta por cocina, habitación y camarilla, con cuadra para el burro, tenía casa la costado izquierdo un caserón, creo que fue otra vivienda. A ella le decían La Abogadilla. En es casa decía mi padre que vivió cuando se casó con Ana su primera mujer hasta tanto construyera su casa en los corrales en la Acebuchal de Arriba. Javier, al que me estoy refiriendo, se dedicaba a la confección del esparto, capachas, pleitas, serones, espuertas y cuanto le encargaban.
Casa número 10. Eduardo Carramelas.-   Esta casa estaba ocupada por Eduardo Moreno y Dolores Martín, esta era natural de Frigiliana, y se crió en la casa de Río donde trabajó como criada con don Blas Herrera, y como Eduardo, de soltero trabajaba en dicha finca se infiere [sic] [se supone] que allí se enamoraron, tuvieron 7 hijos: Dolores que casó con Luis el Cunero; otra hija Eduarda que casó con Baldomero López Lonardo ; otra hija Ana que casó con Antonio Sánchez Miranda; otro hijo Francisco que asó con Dolores Miranda López; otra hija Aurora que casó con José Miranda, hermano de Dolores Miranda; otro hijo Sebastián que casó en Frigiliana con Carmen Moreno; y Magdalena que casó con Emilio López el de Magdalena. Esta familia también tenía pocas tierras y se dedicaban a trabajar en el esparto, único trabajo, mayormente, a lo que la mujer se dedicaba. La vivienda estaba compuesta por cocina, habitación y cámara, junto a la misma tenía una cocinilla que era donde la abuela Felisa vivió mientras estuvo sola, aunque después tuvo que vivir con los tres hijos que tenía. Y esta habitación también la ocupaba la familia de Eduardo, ya que eran muchos de familia y poco local. Aunque la verdad se ha de decir porque en aquellos años no hacían falta muchas camas, en el suelo se tendíauncolchón de palmilla y en él podían dormir media docena de personas.
Casa número 11. De Antonio Federo.-  Casa  habitada pro Antonio Ortiz e Isabel Álvarez, se conocía por la casa del almencino, por tener este tipo de árbol en la puerta. Tuvieron 5 hijos: Dolores que casó con Luis Pandero; Rosario que casó con Antonio Fernández; Isabel se quedó soltera; Antonio que casó en Cómpeta con Adela; y Virginia que casó con Pepe López Sánchez. Esta casa permanece habitable gracias al cuidado de sus actuales dueños que no la han abandonado. Vivían de la agricultura, poseían los bancales muchas tierras, la casa se componía de comedor-cocina, 2 habitaciones,  cámara y cuadra.
Casa número 12. De Antonio Sánchez.-   Esta casa se componía de dos partes, siempre estaba vacía, sólo conocí en ella viviendo a Antonio Sánchez y Ana Morera como los propietarios vivían en el campo con mejores casas, la tenían vacía y solamente la utilizaban para los útiles de labranza y meter los productos de los bancales, patadas, maíz, aceitunas y algarrobas. Tenía tres habitaciones y cuadra.

2). OTRAS CORTIJADAS
       Una vez terminada la relación de las casas de la Acebuchal [de Arriba y de Abajo], quiero que conste el campo que tenían y sus cortijos, que ocupaban, unos temporalmente y otros permanentemente, aquellos que por no tener casa en la aldea [Acebuchal] estaban todo el año y otros por comodidad, a los que le llamábamos campesinos.
    1). Cortijillos de Meliendres.-  Se componía de tres familias y viviendas, una propiedad de Dolores la de Concepción, tenía una viña y olivos, recogería unas treinta cajas de pasas y 15 quintales de aceitunas. Otra de Joseíco Gorrina, lo habitaba en verano, ya está ha relacionado en la casa número seis de las de la Acebuchal de Abajo, donde tenía su domicilio. La finca se componía de viñedos y olivos, con algunas higueras. Otro cortijo era de Casimiro que la habitaba permanentemente, tenían 4 hijos: Evangelina que se casó como Emilio Fernández, hermano mío, Ramiro que casó con su prima Carmen López, hija de su tío Vitoriano; otra hija que casó en Frigiliana que tampoco sé el nombre de su esposo. Este Casimiro estaba casado con Carmen Sánchez Miranda. [Tenían dos hijos: Antonio y Laura]. La finca que labraban era algunos bancales en la huerta de la Acebuchal y el secano de viñedos y olivares.
   2).   Los peñoncillos del Mayarín.-  Estaba compuesto por los siguientes cortijos o casas de campo, una de Manuel Santisteban Botana vivían temporalmente, aunque el fruto que tenían que recoger era poco, pero al menos disfrutaban del campo. Otro cortijo era el de Paco Sánchez, éste era el que más frutos tenía y que también lo habitaron temporalmente. Otro cortijo era el de Dolores la de Frasquito el de Concha, tenía muchas tierras, pero como cuento al referirme a la casa número 14 de las de la Acebuchal de Arriba, se administraban medianamente y los frutos que recogían eran pocos: Otro cortijo era de Plácido López El Terrible, tenían poco más o menos uvas para comer pero también se iban en los veranos para mudar de ambientes.
     3). Mayarín Bajo.-  El primero era el de Cayetano González, casado con Ángeles la Filomena de apellido López, vivían allí permanentemente, no tenían casa en las barriada, tenían 4 hijos: Rosario que casó en Torrox, conocido por el Piojo, y que me perdone si le ofendo; otro que casó con Mercedes la Lorita; Otra hija Dolores casada en Torrox con Mangastiesas, y perdón; y Ángeles que casó con Paco Baena, era primo de mi suegro y estaba sordo como una tapia, tenía algunas tierras en los bancales de la Acebuchal, que generalmente, siempre tenía sembrado de acebuches, más unas tierras de viñedos en el Mayarín.
    4). Otro cortijo era el de Antonio [Pepe] Pastor que casó con Dolores Fernández, era el más potentado del Mayarín, solía recoger, en años medianos de frutos, más de 1.000 cajas de pasas y sobre otros mil quintales de aceitunas. Tenían una hija llamada Dolores que casó con José Fernández de Cómpeta, apodado el de Sacristán Soria; otro hijo Augusto que casó con Marí Carmen la del Boticario; otro hijo Aurelio que casó con Lola García Fernández, hija del arquitecto.
     5). Otro cortijo de José Zambota, vivieron en él José González y su esposa Esperanza, después pasó a propiedad de Luis López y Rosario López, que después se marchó a Nerja y lo dejaron abandonado, hoy está en ruinas.
     6). Otro cortijo era propiedad de Severino López y Rosario Santisteban, vivían permanentemente, una casa que tenían en la Acebuchal la vendieron, toda vez que les cogía el campo muy retirado, y como era muy afanoso no quería que los hijos perdieran el tiempo en el camino. Tenía 9 hijos: José que casó con Carmen Fernández Ortiz; otras Adela, casada con Antonio González el de Cayantano; Adriano que casó con Ana Fernández y a la muerte de ésta con Rosario Fernández, hermana de la anterior [ambas hermanas mías]; Ángeles casada con Francisco Santisteban; Severino casado en Torrox con Fernandina Sevilla; Aurelio casado en Cómpeta con una hija de la casa del Río; y Antonio casado con una hija de Paulino. Esta familia tenía muchas tierras de viñedos y además una finca de riego en el río de Torrox, frente a los Caserones, pero diré que a pesar de lo que poseían, vivieron una vida de esclavitud la que la mayoría de ellos pasaron, particularmente durante su soltería.
     7). Otro cortijo el de Baldomero Torres y Rosario Ortiz, vivían en la finca temporalmente, ya que están relacionados en la casa número 8 de la Puertallana, tenían buena finca de viñedos y olivos que fue heredada de sus familiares.
    8). Otro cortijo el de Wenceslao Higueras y Matilde, eran naturales de Cómpeta, vivían en Nerja, trabajaban en la fábrica de cañas, tenían 3 hijos: Wenceslao estaba cojo y era zapatero, casado; Pepe que fue carabinero casó  en Cómpeta con Ana María la Colica; Faustino que casó en Nerja. Esta finca la compró Pepe Pastor, después la heredó Pepito, éste vendió a Antonio Moreno y Rosario la de Pepe Wenceslá, en cuyo poder se encuentra, está poblada de viñedos y olivos.
     9). Otro cortijo era el de Frasquito López y Dolores Ávila vivían allí temporalmente, ya están relacionado en las Casillas Honderas [o Acebuchal de Abajo].
    10). Otro cortijo que fue construido por Demetrio López y Vitoria Ávila, lo vendieron a Antonio Fernández González y Rosario Ortiz Sánchez, vivían allí permanentemente, tuvieron 3 hijas como tres rosas a cada cual más bonita: Carmen que casó con José López el de Severino; María que casó con José López el de Pepe;  Edelmira que casó con Joseles Fernández, cuando los propietarios fueron mayores quedó en poder de la hija Edelmira, donde también le nacieron dos hijos:  Rogelio que marchó a la Legión, permanece en Melilla; Emilio casado con Pilar.
    11). Otro cortijo era el de Pepe López el de Wenceslá  y Dolores Jurado, ya relacionado en la casa número 3 de la Acebuchal de Arriba, aunque vivían en el campo permanentemente, por tener el trabajo retirado.
    12). Otro cortijo era el de Teresina la de Valerio, vivía en el campo permanentemente, con un hijo llamado Francisco, esta familia no eran acebuchareños, procedían de Cómpeta, tenían más hijos pero yo no sé los nombres, había una que se llamaba Rosario, Teresa y Manuel.

3).MAYARÍN ALTO
    1). Cortijo de Antonio Betomela y Prudencia Miranda.  Este cortijo, [primero]  era de Lonardo, yo le conocí a él y a sus hijas: Dolores y María la de Blas Jiménez, después vendieron a Antonio Betomela que vivían allí permanentemente, después pasó a su hija Enedina, allí le nacieron tres hijos: Honorio, Pepe y Enedina.
     2). Otro cortijo era de Miguel Simón, era propiedad de mi abuela paterna, como abuela vivía con nosotros, nos pasábamos en él la temporada de verano, hasta que mi padre preparó otro que tenía en los Cuatro Caminos, después pasó a poder de Emilio Fernández y Dolores Sánchez [de Cómpeta], que compraron a los herederos, por último está en poder de una extranjera, está derrumbado y las tierras abandonadas, en esa finca Emilio crió a dos hijos: Emilio que casó con Carmen Miranda Moreno, y a Sofía que casó con José Santisteban Pérez, conocido por Pepe el de Nieves, falleció en 1993.
     3). Otro cortijo era el de Baldomero Ortiz y Dolores Ruiz, vivían en él por temporadas, ya están relacionados en la casa número 11,  de la Acebuchal de Arriba, hoy este cortijo está en poder de Manuel Santisteban López, hijo de Manuel Botanas y Ángeles la de Baldomero Lonardo.
    4). Otro cortijo era propiedad de Antonio Federo, ya figura en la casa 11 del almencino, actualmente está en poder de su hijo Antonio y nieto Manuel Moles.
   5). Otro cortijo era de Emilio Fernández González [mi suegro] y Virtudes Fernández Lara [mi suegra y hermana de mi padre], la ocupaban permanentemente, en ella vivieron con sus ocho hijos: Dolores que casó con Miguel Fernández el de Patamalara; otro hijo Emilio que casó con Dolores Sánchez; Antonio que casó con Dolores Fernández [hermana mía]; Francisco que asó con Amelia Torres; José [Joselete] que casó con Edelmira; Virtudes que casó con Paco Villena de los Peñoncillo de Torrox, el  marino; Carmen, Carmen, Carmelilla, no sé con quien se casó, tal vez sería con Joselillo Ramón [un servidor de ustedes]; y Salvadora que casó con Alberto Bueno el de la Plaza.
    6). Otro cortijo era el de Botana, este cortijo cuando yo lo conocí era un caserón viejo propiedad de paco Sánchez, lo compró mi padre y pasó a  Rosario, que se lo vendió a Antonio Román y después la volvió a comprar mi padre, que lo dejó en herencia a sus hijos: Emilio y Manolo, hoy en poder de los hijos de estos.
    7). Otro cortijo era el de Aurora y José Felisa los que determinaré en su casa del ventorrillo Lomas, donde tenían su domicilio, en este lugar solamente estaban en la temporada de verano.

4).CORTIJADAS DEL COMENDAOR
     1). Cortijo de la Colá, hoy del Pino, renombrado por la capilla que en el año 1982 se construyó a la Purísima Concepción, imagen que fue donada por las Hijas de María de Cómpeta, como no tenían donde alojarla, se le proporcionó esta capilla [ermita de obra], bajo el pino gigante en la puerta del cortijo de Carmen la Merina.  [Tiene también la capillita de la Virgen Milagrosa de la Acebuchal] El pino se crió en poco tiempo, este pino tendrá alrededor de unos 55 años. En este lugar se celebran anualmente, sobre el día de San Juan una misa a la Virgen, donde suelen acudir los descendientes de la Acebuchal, hoy diseminados por todos los pueblos, se convierte este acto en romería, y que cada día van más personas de los pueblos colindantes. Este cortijo era propiedad de Antonio Torres y Carmen Ávila, familia que  ya están descritos en una casa que tenían en la Acebuchal número 8.
     2). Otro cortijo, adosado al mismo cortijo de referencia, se encuentra otro, que era propiedad de mis padres, que ya están los familiares reseñados en la número 2 de los Corrales.
     3). Otro cortijo era el de Pepico y el de Chacha María, estaba ocupada por esta familia permanentemente, ya están relacionado en la casa de la Acebuchal la número 7.
     4). Otro cortijo era el de Ricardo y Ramona, estaban en él permanentemente, Ricardo se dedicaba a las caleras y una pequeña finca de viñedos, criaron a un hija  Carmen y a un hijo Antonio. La niña se casó con Vicentino Rosa y el hijo con Dolores.
     5). Otro cortijo era el de Baldomero López Lonardo, vivieron aquí permanentemente, como tenían pocas tierras, mayormente se dedicaban a las faenas de la sierra, en particular en los meses que más escaseaba el trabajo. Tenían 5 hijos: Baldomero que era hijo de la primera mujer, llamada Nieves y era de Torrox. Baldomero  López volvió a casarse en Frigiliana con Magdalena, que también murió joven, dejando 4 hijos: Dolores que casó con el hijo de Blas Torres; Ángeles que casó con Manuel Santisteban Botana; otro hijo Emilio que casó con Magdalena Moreno, hija de Eduardo Carrameñes; otro hijo José que casó en Frigiliana ignoro con quien.
    6). Otro cortijo era el Ventorrillo de Frasco Sánchez, en él vivieron permanentemente Francisco Sánchez el Carabinero y Rosario Ortiz, aquí nacieron sus tres hijos: Rosario que casó con Baldomero López el de Lonardo; Dolores que casó con José Rico, Sartén; otro hija Salvadora casada en Frigiliana con Antonio Martín Polilla, esta última quedó viviendo en el ventorrillo a la muerte de los padres, tenía tres hijos: Antonio, Salvadora y Rosario, se marcharon de jóvenes a Barcelona y he perdido la pista de esta familia.
    7). Otro cortijo era el de Ángel Roja, fue propiedad de José Fernández Ruiz, era mi bisabuelo y abuelo de mi mujer, en la herencia quedó en poder de sus dos nietas Dolores y Obdulia, la primera que casó con Ángel Roja, viviendo allí permanentemente, y tuvieron 4 hijos: Antonio que casó en Frigiliana; otra hija Dolores que también se casó y murió muy joven en Málaga; Ana que casó en Nerja con José Rivas; y Ángeles que casó con Ángel Carmena. La segunda hija [Dolores], se había casado con Manuel Rodríguez el Mono, también estaban en el cortijo permanentemente, tuvieron 5 hijos: Manuel, Rosario, Dolores, Francisco y Julio, toso están casados pero ignoro los nombres de los cónyuges, sólo sé el de Julio que casó con Carmen Fernández la de Pura; y el de Francisco que casó con una hija de Baldomero el de Aurora.
     8). Otro cortijo era el de Miguel Lonardo, vivía allí permanentemente con sus esposa Rosario Sánchez y un hijo Pepe, éste casó con Virginia Ortiz, como único heredero al fallecimiento de los padre quedaron dueños de todos los bienes, naciendo tres hijos: Pepe que casó en Frigiliana con Ángeles; Miguel que casó en Sevilla; y Antonio casado en Cómpeta.

5).LOS PEÑONES DE FRIGILIANA
      Este pago tenía fincas de los siguiente acebuchareños: Miguel el de Eloisa; Javier Carrameña y Eduardo Carrameña, como tenían casas en la Acebuchal ya figuran en sus respectivos domicilios.

6).VENTORRILLO DE LOMAS
       Aquí, en este núcleo de casas y que distaba un kilómetro de la Acebuchal, ya en el camino de Frigiliana-Granada vivían cuatro familias:
    1).José Moreno González y Aurora Sánchez González, tenían 5 hijos: Dolores que estaba casada con José Casaca; Rosario que casó con José Ranica. Serafina que casó con Antonio Lomas Noguera; Baldomero que casó con Dolores Santisteban; y Antonio que casó con Ana La Miserera.
    2). Antonio Sánchez que casó con Virtudes La Panzona, tenían 5 hijos: Aurora que casó en primera nupcias con uno de Asperabanas, y después con uno de Frigiliana que no sé su nombre; Virtudes que falleció a los 18 años; Antonio que casó con Ana Santisteban; José murió joven; y Sebastián casado con María Villena, viven en Barcelona.
    3). Vivía la Chacha Concepción, sola y enferma, subsistía de lo que los hijos le daban, constaba de una pequeña habitación.
    4). José Feliza también tenía otra casa, la que alquilaba algunas veces, esta era la mayor de todas, ya que tenía comedor, habitación y cámara. Del que [a quien] yo recuerdo ver y  vivir en ella fue a Pepe Moreno.
           Málaga, 24 de junio de 1993                                                                             El relator        
                                    
                      (Firmado José Ramón Fernández )
 
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                          Memorias de mi madre, Carmen la de Emilio,  en escrito de puño y letra en Málaga durante 1991.

   Me llamo Carmen Fernández Fernández, y estas son mis memorias, tengo 69 años y nací en la Acebuchal (Cómpeta) el día 26 de julio de 1922, en el carnet de identidad pone el día 29 del mismo mes. Mis padres llamaban Emilio y Virtudes. Mis abuelos procedían de Cómpeta y de la Acebuchal que es una barriada de Cómpeta. Cuando tenía 4 años mis padres se fueron al cortijo del Mayarín ya estable porque mi padre pasó una pulmonía y no quedó bien, y para venir todo los días no estaba y además la Acebuchal es muy fría porque el Sol no da en el invierno hasta las 11 de la mañana y se va muy pronto.
    Pues esos cuatro años que estuve en ella recuerdo algunas cosas, me acuerdo de la gente que vivían, fui algunos  días a la escuela, me castigaron una vez porque pedí permiso para beber agua y fue al barranco a la fuente y Anica la de Plácido me utilizó para que le ayudara  a llevar unos manojos de esparto a su casa, cuando me vio la maestra con ellos, me castigó, que fue le primero y el último en todo el tiempo que estuve en el colegio.
     Recuerdo más cosas de la primera vez que vi un macho montés que lo mató el casero que en aquel tiempo estaba en el Cortijo Clixto, que se llamaba Eulogio y lo pasó de noche por la Acebuchal para Torrox, sería para venderlo. Por aquel tiempo hicieron el canal del Salto Grande que sale de Limán al río Chillar [donde] trabajaron los jóvenes del Acebuchal, estaban mis dos hermanos Emilio y Antonio, y Paco iba a llevarles la hato…
    Yo era muy poquita cosa, no me gustaba nada comer, [bebía] café negro, la leche ni probarla, siempre estaba mareada como ahora y así me fui criando por eso no era mucho [cuerpo]. Las comidas hinojos nos las quería, todas las comidas me sabían a algo raro, y muy asustona, pero la mayor culpa la tenían mis hermanos que me asustaban para verme llorar.
    Era muy amante de los gatos, tenía que dormir con ellos, y cuando se metían en las pencas que allí  había muchas, ya tenía llanto para toda la noche, menos mal que mi cuñado Miguel que en aquel entonces vivía en la casa de mi abuelos Pepe, que estaba muy cerca de la nuestra, había que subir una asperilla nada más y el me llamaba los gatos y salían de las pencas, entonces ya me quedaba tranquila.
    Bueno nos fuimos al cortijo del Mayarín en mes de febrero, lo único que recuerdo es que todos llevaron algo, y a mí me dieron un pollo metido en un cenacho no era muy grande pero cuando iba por enfrente de la Acebuchal, antes de llegar al ventorrillo, no podía más con él y lo dejé en el camino. Cuando llegamos al cortijo lo que recuerdo es que había mucho cielo y mucho Sol. De los muebles de la cama que tenía un colcha de ramos de colores que mi madre le decía de tela zarasa (sic) [zaraza, tela de algodón muy ancha].
    También me acuerdo de mi hermana Virtudes era una niña grande como Laura ahora [su nieta Laura]. Cuando nos fuimos al cortijo yo tendría 10 años. Mi padre [Emilio Fernández González] estaba malo, enfermo por temporadas, cuando estaba mejor era un poco fastidioso, teníamos que andar más derecho que una vela, porque si no hubiera sido así con tantos como éramos qué hubiera sido un control. Por ese tiempo vino mi hermano Emilio de la mili, que en aquel tiempo se decía servir al Rey, estuvo en Madrid, en Caballería.
    Como mis hermanos ya eran mocitos les gustaba salir de noche, cuando terminaban su labor y cenaban, no todas la noches, sino los domingos y jueves, mientras los que quedábamos si era invierno nos arrimábamos al rincón del juego, y mi padre nos contaba muchos cuentos como el de “La cabrita y los 5 chivotos”, el del lobo que tenía las patas blancas y las asomaba por debajo de la puerta para engañar a la cabra; o “Juanito el malo” que se sentó en los huevos de la llueca; el del “Príncipe y la doncella”;  muchos acertijos porque mi padre antes de estar malo fue muy fiestero. Porque como él tenía un burro, él salía a los pueblos a comprar los comestibles y se  llevaba del cortijo las cajas de pasas a Málaga, en ir y venir echaba 3 días, en ese tiempo comía en las tabernas y ventorros y aprendía muchas cosas y después las contaba en casa, una eran noticias y otras cuentos.
     En aquel tiempo, él contaba de los bandoleros de “El Tempranillo” y de otros, mas las fechoría que hacían de los secuestros, uno muy famoso es del molino de Río Chillar Maeso (sic). Y más y más cosas que no sé poner [escribir]. Porque entonces todo era contado, cuando iban al pueblo compraban el periódico y se leía al que no sabía. Yo recuerdo cuando murió Primo de Rivera [1930], que venía fotografiado en el periódico. Mi padre fue uno de los primeros que se enseñó un poco a escribir y leer en la Acebuchal, por Baldomero el Obispo que se crió en Cómpeta y se casó con una de la Acebuchal y les daba clases de noche a los mozos que se iban a la mili para que escribieran a su familia. Después cuando nosotros teníamos edad, él [mi padre] nos enseñaba y todos los 8 hijos, unos más y otros menos, todos aprendimos algo, mi madre nunca aprendió pero fue porque no tuvo tiempo, tenía tantas cosas donde emplear su tiempo, que nunca lo hacía [se ponía a aprender].
    Luego, cuando tenía 10 años empezamos a ir a la escuela de la Acebuchal con mi hermana Salvadora y tita Edelmira y Rosario la de Pepe Wenceslá. Nos íbamos juntas [desde el cortijo del Mayarín a la Acebuchal], empezamos en el años 1933 hasta que empezó la guerra civil y echaron a las maestras y ya no volvieron nunca más.
    En este tiempo ya estaban casados mis hermanos: Dolores, Emilio y Virtudes que se casó en el año 35, en  diciembre, el día 29, cuando ya estábamos todos grandes. Por el año 34, mi cuñado Miguel el de Patamalara [casado con Dolores], rifó una radio para recuperar dinero para hacer una capilla en la Acebuchal, que ya estaba medida por Clavijo, de las casas alteras de Antonio Simón y su hermano Miguel Simón, que le decían Miguel el de Eloisa, para que mejor se entienda, el de los Corrales que eran de mis tíos hermanos de mi madre. Bueno pues con la buena suerte que la rifa le tocó la radio la mismo que la rifó, a tito Miguel el del río Patamalara. ¡Bueno ya tenemos radio! Pero no había luz, y había que ir a la fábrica de la luz de Patamalara don él estaba trabajando enchufarlo, y nos íbamos de noche unos cuantos jóvenes, los primos y amigos del campo del Mayarín, por que de día teníamos que trabajar, que lo hacíamos desde la mañana hasta que nos acostábamos, porque la vida de aquellos tiempos era muy trabajosa, por que no había máquinas para todas las cosas, lo único que había era para coser y para picar la carne de las morcillas y chorizos y había que darle con la mano a la manivela, que salíamos con el brazo dolido.
   Como nos criamos en el campo no teníamos luz eléctrica, el cantil y un quinqué de petróleo, y con esa luz todo se hacía, coser, bordar, ganchillo, escribir, hacer de guisar las comidas y los juegos de azar con las cartas que también se jugaba. Como esto lo cuento para mis hijos, pues le digo todas estas cosas porque ellos se han criado en la ciudad y más que yo desde que me casé ya viví en los pueblos y cambió mi vida.
  
   Pero sigo con lo mío, el cortijo del campo como vosotros lo conocéis ya [ahora], pues os hacéis una idea cuando yo chica se componía el cortijo del salón con cocina, rincón donde guisar y echar lumbre para calentarse,  porque en el campo hace mucho frío, en invierno hasta nevaba algo; un dormitorio y una cuadra.
   Cuando se recogía todos los frutos, las pasas, higos, se enceraban [meter en ceretes] para comerlos y los animales también. Las aceitunas que teníamos muchas y todas las recogíamos nosotros entre mis padres y hermanos. Ya se metía el aceite en unos butacos (sic) [recipientes de latón] y había para todo el año.
   Bueno viene la matanza del guarro, se hacía antes de Pascua, empezaban los preparos, se trae la leña gorda, un saco de sal, cebollas, dos o tres arrobas y los aliños para las morcillas y chorizos. Se convidaban a los hijos casados y nietos y los novios y novias de los que no estaban casados. Esa día comíamos del guarro las asaduras y el magro, una buena fritá, después, al otro día se hacía un buen cocido ¡que esta más rico!, y también las morcillas calientes ¿y que te digo del malcocinao y chicharrones!, de una matanza esta todo bueno ya lo sabéis.
   Como nos juntábamos muchos ya se hizo el almacén que servía para meter los frutos y después para dormir, lo que hoy es la cuadra, delante del cortijo, se hizo primero para dormitorio, tenía un terrao para diversión de los niños que le gustaba mucho jugar a todos, y se usaba apara poner las calabazas que se recogían de los bancales y se curaban muy bien.
    Ya después  de la Navidad siempre se preparaban cosas para comer, pero lo más importante eran las tortas de aceite, ¡tan buenas! Que se hacían en el horno y roscos, buñuelos. Se pasaba muy bien con mucha comida, criado casi todo en nuestra finca, no como ahora que todo pasa por los frigoríficos donde pierden todas las sustancias.
   Se terminaba el año, gracias a Dios.  Después llega el nuevo año y se empieza otra vez de nuevo a criarlo todos los frutos, animales y todo los menesteres, lo que no se criaba en el campo se tenía que ir al pueblo (Frigiliana, Torrox o Cómpeta) a por lo demás y  el pan cuando no se hacía en nuestro horno, íbamos a los cuatro caminos, que pasara el panadero y esperábamos a que llegara, nunca se esta sola, acudían más gentes y por lo menos no se estaba sola.
   Los muchachos conviene mucho en las casas de campo porque están para todo los recados y trabajábamos mucho porque son muy aparentes para mandarlos a todos los sitios que hacía falta y cuando llegaba la noche estábamos cansados de tanto andar por las cuestas y caminillos [es decir, que los muchachos hacían de teléfonos móviles]. Se me viene a la cabeza que  la primera foto que tengo fue con 15 años o más y tuve que ir del cortijo a la fábrica de la luz del Río Patamalara, donde estaba mi hermana Dolores, que por cierto la tiene mi Ramón y la segunda fue en Nerja, fui en dos ocasiones, una de medio cuerpo u otra de carnet para mandársela a mi novio que estaba en la provincia de los molinos, en Ciudad Real, el año antes de casarnos, que todavía la conserva en su cartera, el de carnet.

    No sé se puedo contar bien todo esto que quiero expresar en mis memorias.
    Cuando tenía 16 años me puse novia con mi marido, él tenía 18 años. El 10 de  septiembre de 1938 lo cogieron para la mili que todavía estaba la guerra y estuvo en Málaga en el Campamento Benítez unos pocos meses, seis meses. Nos veíamos algunas semanas cuando le daban permiso. Un día salió para Sierra Nevada por las Alpujarras, estuvo en Peña Jabalí, campamento de Capileira, Carcajo Negro, donde se pasó todo el invierno del 39, ya en abril del se acabó la guerra y se lo llevaron a Adra (Almería). Todo ese territorio lo anduvieron a pie cargado con el macuto y armamento y con los piojos que llevaba en el cuerpo, que no eran pos, cogió un sarampión… Por ese tiempo, por noviembre me disguste con él (con José Ramón), porque vino de permiso de sábado a domingo y no llegó a verme, porque no tuvo tiempo [según él], lo dedicó todo para sus padres y hermanos, tanto coraje me dio que no le contestaba a las cartas que me escribía, y así pasaron 6 meses.


    En el año 35 hubo tres bodas en la Acebuchal, la de mi cuñado Miguel, hermano de papá, que se casó con Ana Sánchez; mi prima María hermanan de Edalmira, y la de mi hermanan Virtudes con tito Paco Villena en todas vino el cura de Cómpeta don Teófilo que estaba en Cómpeta de párroco, vino porque tenía mucha amistad con mi cuñado Miguel el marido de mi hermana Dolores, y se celebraron todas muy bien.
    Yo en ese tiempo con mis 13 años me gustaba ir a todas la bodas, había bailes de la rueda, íbamos a los cortijos y a la fábrica de la luz al río Patamalara a escuchar la radio y no veníamos a las 12 de la noche por aquellos caminos tan malos, pero como veníamos mucho no sentíamos nada y estábamos tan acostumbrados. Nuestras salidas eran a los cortijos a ver vecinos y familiares, llevábamos a la Virgen Milagrosa, que ahora en encuentra en el Cortijo del Pino, y había la costumbre de rezar un rosario y después del rosario se bailaba a la rueda o saltar a la comba y también a las prendas, que se le decía el anillo, era cosa de jóvenes, se iba echando el anillo en las manos a todos, pero ya sólo la cogía en uno de ellos, y otra persona tenía que acertar dónde estaba y si no la acertaba perdía una prenda de las que tenía puestas en su cuerpo y para recuperarla le echaban un castigo, que los había de muchas clases, como decirle al otro un recadito al oído, uno que guste y otro que no guste, hacer cualquier cosa, cantar bailar, ponerse feo, o muy graciosa o servir de espejo, uno se ponía frente al otro, si se peinaba, el otro lo hacía también, si se pintaba la cara el otro lo hacía también, y así todas la muecas que le daban la gana, y si no lo hacía no le devolvían la prensa, que podía ser un reloj,, anillo, corbata, collar u otras cosas.
  El 18 de julio de 1936 empezó la guerra y cambiaron todos nuestros planes, todo se estropeó, se presentaron nuestras penas por los novios que se los llevaron a la guerra y entraron la preocupación y los disgustos. Paco Villena, casado con mi hermana Virtudes estuvo embarcado en el patrullero Ruiz de la Puente, mientras el marido estuvo en la guerra mi hermana se vino al cortijo con nosotros…

                                                              Continuará




     Nota.-    Mi madre falleció en Málaga el día 5 de julio de 2005.




      Conexiones con:

Ramón Fernández Palmeral

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