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lunes, 19 de agosto de 2024

La tinaja del Torreón de Frigiliana

 

Frigiliana aumenta su patrimonio histórico y cultural con la cesión de la tinaja del torreón

La pieza ha estado expuesta en la puerta de la vivienda donde apareció tras unas reformas. La actual propietaria ha decidido cedérsela al consistorio donde pasará a formar parte de los fondos de la entidad museística local.

 

Hace varias décadas, durante las obras de acondicionamiento del inmueble de la vecina de Frigiliana, Marta Taylor Whitehead, se localizó en el suelo de la vivienda varias tinajas que en su momento sirvieron para el almacenamiento de distintos alimentos. Una de ellas llamó la atención de la propietaria por unos símbolos que decoraban el recipiente cerámico, tomando la decisión de darla a conocer y exponerla junto a la puerta de acceso a su vivienda, un antiguo torreón que había servido para la defensa de la población en épocas convulsas.


La exposición de esta pieza en un espacio público sin ningún tipo de protección, además de la lógica afección de los agentes meteorológicos, hacían temer por la conservación de la misma, por lo que la actual propietaria, María Concepción Fernández Martín decidió recientemente la cesión al Ayuntamiento de Frigiliana donde pasará a formar parte de los fondos de la entidad museística local.

 

El inestable estado que presentaba la pieza en su parte inferior, la que estaba en contacto con el suelo, ha requerido la necesidad de reforzar alguna de sus partes por temor al desprendimiento de las mismas durante el traslado. Estas labores han sido llevadas a cabo por el personal del consistorio y del museo local.

La consolidación y limpieza será necesaria para su puesta en valor en el espacio expositivo del municipio para el disfrute público con las adecuadas medidas de conservación.

La simbología que presenta este histórico contenedor se ha convertido en el germen de la Fiesta de las Tres Culturas, de gran calado en el municipio y que es el escaparate de las tres religiones monoteístas que han tenido presencia en la Península Ibérica.

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Una de ellas se encuentra en la pequeña plaza del Torreón, un adarve situado a escasos metros del Ayuntamiento, en la céntrica calle Real. Es la única que es visitable, ya que las otras dos se encuentran en domicilios particulares de ciudadanos de origen extranjero. Según explica el abogado e historiador local Pablo Rojo, estas vasijas, que tienen unas dimensiones de unos 80 centímetros de altura y un diámetro de más de un metro, debieron fabricarse a mediados del siglo XVI, entre 1530 y 1540, coincidiendo con la época en la que en la zona convivían los moriscos y los cristianos. «No era una convivencia idílica, como se ha querido transmitir hoy en día con el festival, era un constante tira y afloja, por un lado los moriscos seguían manteniendo sus costumbres y su religión musulmana, por otro estaban las tropas de los cristianos de Vélez-Málaga, y por otro el señor feudal, Rodrigo Manrique de Lara, que tenía arrendadas sus tierras a los moriscos y quería que siguieran allí viviendo», explica.

En este contexto, estas vasijas se debieron usar para almacenar víveres, como agua, vino o aceite, para los habitantes del Torreón, que era una construcción defensiva situada en la parte baja del pueblo. «El símbolo es en realidad sólo de dos religiones, por un lado está la media luna árabe, por otro la cruz cristiana, y como elemento central, la estrella de seis puntas, con dos triángulos superpuestos, que es un símbolo musulmán, aunque es cierto que los judíos también lo tienen, la llamada estrella de David, pero es que no hay constancia de que en esa época vivieran judíos en Frigiliana», sostiene Rojo. «Los judíos vivían en las grandes ciudades, no es un pequeño pueblo en un señorío feudal», apostilla.

En cuanto a la simbología de estos elementos religiosos rayados en la vasija, el investigador sostiene que existen dos hipótesis: que tuvieran un carácter ritual o mágico, con el objetivo de preservar los alimentos que se guardaban en su interior, o que fueran una firma o símbolo de los propios artesanos, que en todo caso, Pablo Rojo sostiene que tuvieron que ser musulmanes. La vasija del Torreón fue rescatada en los años sesenta del pasado siglo tras unas obras en esta zona del Torreón en una vivienda de una extranjera llamada Doña Marta. Esta señora, ya fallecida, la colocó en la puerta de su vivienda, y ahí continúa. Cerca hay otra muy similar, pero no tiene esta simbología religiosa rayada.

Rojo, junto a un grupo de vecinos preocupados por el patrimonio histórico, ha constituido la asociación Taha de Frigiliana. Hace unos meses pidieron al Ayuntamiento que traslade esta ánfora del Torreón al Museo Arqueológico para garantizar su preservación, «ya que está a la intemperie y puede ser objeto de cualquier acto vandálico», apostilla. Respecto a las otras dos ánforas de similares características, el abogado e historiador frigilianense asegura que ve «muy difícil» que sus dueños las cedan al Consistorio, «aunque tendría que intentarse desde el Ayuntamiento», apunta.

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