Mientras llueve en la frontera

por José Martínez (@josenez)
Este libro forma parte de mi vida ya que mi padre me habló de él cientos de veces, he recorrido todos los caminos en los que se desarrolla la acción y lleva desde siempre en la biblioteca de mi casa. Imagino que es una de las pocas novelas que se desarrollan en el pueblo donde nacieron mis padres, La Guardia (Pontevedra), lo que hacía que para mi padre fuera uno de sus libros de cabecera después de las docenas de libros sobre Billy el Niño y Carlitos Gardel que atesoraba. Ahora me lo acabo de leer para escribir estas mis primeras líneas en este blog sobre libros olvidados y otros escritos. Poco puedo contar sobre el libro, editado en la Colección Gigante de Luis de Caralt en 1957 y escrito un año antes en Madrid por el General de la Guardia Civil y antiguo General de la División Azul Ángel Ruiz Ayúcar, no creo que exista una segunda edición. Más no puedo decir ya que libro y autor están completamente desaparecidos.
Ángel Ruiz Ayúcar, como divisionario azul.
Fuente: http://memoriablau.foros.ws/t5295/la-rusia-que-yo-conoci-angel-ruiz-ayucar/
Fuente: http://memoriablau.foros.ws/t5295/la-rusia-que-yo-conoci-angel-ruiz-ayucar/
Una de las gracias del libro es que se desarrolla todo en un día, yendo los capítulos desde el primero “A las tres de la tarde” al penúltimo “A las dos menos cuarto” de la mañana, presentando a los personajes en cada uno de ellos, siempre bajo una lluvia intensa que tiñe los pinares de negro y hace al padre Miño todavía más misterioso de lo que es. Por tierra en bicicleta o andando por los caminos embarrados, y por mar y río en gamelas, se van acercando lentamente los guardias civiles a los contrabandistas y sus espías ocultos tras los muros de las leiras y en los cañaverales de la ribera del río. El costumbrismo neorrealista de personajes como el ladrón de merluzas, el pescador borracho pero gran marinero y mejor persona, los traficantes a pequeña escala que pasan café de Portugal a España, el maestro que para ganar un sobresueldo y alimentar a su hijo enfermo hace de espía del malvado y despiadado jefe de los contrabandistas, el brujo de andar por casa y los guardias civiles, estos últimos los únicos personajes íntegros durante las doscientas hojas de la historia, hace que la novela tenga mucho encanto en bastantes páginas.

Llenaría muchas más páginas de conversaciones con mi padre sobre el estraperlo, de cuando cruzábamos a Portugal en barca como en la novela, de mis cientos de kilómetros en bicicleta de pequeño por todos los sitios de los que habla el libro, pero no quiero que mi dulce correctora Eli se deje los ojos leyendo batallitas sin sentido. Ahora para completar mi biblioteca guardesa ya solamente me queda encontrar el otro libro que me sé de memoria sin haberlo leído, Fuxidos, del republicano Juan Noya, que busqué para mi padre un tiempo y nunca he conseguido tener en mis manos.