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martes, 29 de marzo de 2016

La Acebuchal. Un paraíso a la medida

Nació del empeño de unos vecinos de Frigiliana por recuperar un poblado abandonado, pero ahora El Acebuchal empieza a rentabilizar su atractivo turístico
16.08.09 -
Un paraíso a la medida
La reconstrucción de la aldea de El Acebuchal se ha prolongado durante una década. / E. C.
«Es un sitio increíble. Estás cerca de la ciudad, pero aislado a la vez. Aquí desconectas por completo. Es magnífico para pasar unas vacaciones. Vinimos el año pasado por primera vez y nos encantó». Así explica el veleño Antonio Casas su relación con la aldea de El Acebuchal, en pleno corazón de la Sierra Almijara, y dentro del término municipal de Cómpeta. Abandonada durante cinco décadas, un grupo de vecinos de Frigiliana se ha dedicado con gran esfuerzo desde los años 90 a reconstruir sus cerca de treinta viviendas, convertidas hoy en día en un destino de turismo rural único en la provincia. Un verdadero paraíso a la medida.
«La verdad es que no conocíamos la historia de este sitio, pero es fascinante», confiesa José Francisco Pérez mientras disfruta plácidamente de un baño en la piscina, que en su día fue una alberca que sirvió para regar las huertas y dar de beber al ganado. Este vecino de Alhaurín de la Torre es uno de los cientos de turistas que han elegido este verano esta pequeña aldea axárquica para pasar sus vacaciones. La familia de Antonio García 'El Zumbo', su mujer Virtudes Sánchez, y Aurelio Torres 'El Obispo', son los responsables de esta «aventura y de esta locura» -como a ellos les gusta llamarla- de querer recuperar un viejo poblado abandonado por orden del Franquismo en 1948, con el argumento de que servía de refugio y auxilio para los maquis.
«Fui el último que nació aquí», dice Torres, quien ha reconstruido la antigua escuela y la ha convertido en una acogedora vivienda vacacional. Antonio García, de 31 años, es nieto de nacidos en El Acebuchal, y uno de los que más esfuerzo ha puesto en convertir este poblado en un enclave turístico. «Uf, si me preguntas por dinero, no te puedo decir, porque nunca me he parado a echar cuentas. Sólo te digo que traer la luz desde Cómpeta nos costó casi 90.000 euros hace ya más de cinco años», explica.
Y es que ha sido más de una década de esfuerzos, que hoy día se ven recompensados con un destino que, en plena crisis económica, goza de una gran atractivo turístico. «No nos podemos quejar. Es verdad que es una pena que nos haya pillado en esta época, pero la gente sigue viniendo y reservando, además durante todo el año», cuenta García, quien explica que su familia -su mujer Andrea Moreno y su hermano Sebastián, de 20 años-, también son parte esencial de la aventura. En total, tienen una decena de casas en propiedad, de las que la mitad están en alquiler.
Vivir de la sierra
En todos los casos se trata de pequeñas viviendas, que en su día pertenecieron a antepasados que vivieron y trabajaron sierra. «El esparto, la ganadería de cabras, la resina, y sobre todo el transporte de mercancías, con los conocidos arrieros», comenta el historiador local Adolfo Moyano, quien destaca la importancia estratégica de este enclave, un cruce de caminos en la ruta hacia Granada. «Hace apenas cincuenta años, todo se transportaba en mulo o en burro, por la sierra, atravesando el llamado puerto de Frigiliana», añade.
El Acebuchal, con sus núcleos, el de arriba o alto y el de abajo o bajo, se despobló por orden del régimen franquista a finales de la década de los cuarenta, con el argumento de que sus vecinos ayudaban a la gente de la sierra, a la guerrilla antifranquista, a los maquis. «Todo es mentira, porque aquí nunca se colaboró, aunque claro, que alguna familia, por su cuenta, lo hiciera, no te digo que no...», explica 'El Zumbo', quien a sus 60 años guarda un trágico recuerdo de aquellos años, pues su padre fue asesinado por la Guardia Civil, en el conocido crimen de la Loma de las Vacas, junto a otros dos jóvenes del pueblo, en uno de los pasajes más oscuros de la historia local.
Quien visita hoy esta aldea, difícilmente puede imaginarse como vivían aquí los antepasados de estos vecinos, a no ser que se adentren en el bar-restaurante que regenta la familia García, de cuyas paredes cuelgan decenas de fotos, instantáneas de aquellos difíciles y convulsos años. En este pequeño museo también puede verse el cambio experimentado por el enclave, con sus casas derruidas hasta 1998. «No había nada, sólo escombros. Esto se ha hecho con mucho sacrificio, hormigón, hierros... durante muchos meses, en invierno y en verano», cuenta García, quien explica que el alcalde de Cómpeta en esos años, Leovigildo López, también ayudó mucho, porque «no puso ningún impedimento».
Bodas y bautizos
En la terraza del establecimiento puede disfrutarse de unas espectaculares vistas del entorno En la carta del restaurante pueden degustarse exquisiteces como el jabalí o el cordero, con salsa de almendras. El enclave es un lugar ideal para descansar y conocer la Sierra Almijara, con rutas a pie o en bicicleta. Pero El Acebuchal es todo esto y mucho más, pues la familia García ha construido una ermita, en honor de San Antonio de Padua, en la que en los últimos meses se han celebrado una boda y dos bautizos.
«Vino el cura de Frigiliana para el enlace de una pareja de Granada que vive en Nerja», cuenta García, quien explica que la idea de construir la ermita le surgió en un viaje a Andorra. «En el pueblo sólo había una pequeña capilla, en honor de San Juan, que es digamos el patrón, y con el que se celebran las fiestas», explica. En efecto, durante las más de cinco décadas que El Acebuchal ha permanecido 'en silencio', la tradicional celebración ha tenido lugar en el conocido cortijo de El Pino, a unos kilómetros de distancia y dentro del término de Frigiliana.
«Cuando inauguramos la ermita, se recuperó la fiesta de San Juan», dice García, quien confía en mantener los buenos niveles de ocupación de las viviendas rurales durante este año. «En invierno el encanto también es muy grande. No sabes lo que a los extranjeros les gusta poner una chimenea», dice. «Organizamos cenas de Navidad. En cualquier época es un sitio muy recomendable», concluye.


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