HISTORIA DE LA ACEBUCHAL
Texto escrito en julio de 1993, y recuperado para que no se pierda la memoria
histórica de esta aldea, hoy día reconstruida en su
totalidad por los hijos de los hijos de aquellos
pioneros de la Sierra de Almijara: pastores,
arrieros, caleros, carboneros, agricultores... La
aldea fue abandonada en 1948 por culpa de los
maquis, entre 1953 y 1954 volvieron a ocuparla
hasta 1965 a 1966, en que la abandonaron
definitivamente.
La historia de
esta aldea donde nací se remonta a tiempos de la
rebelión de los moriscos huidos de la batalla del
Peñón de Frigiliana, acaecida el 11 de junio de
1569, día de San Bernabé, historia que fue recogida
por Diego Hurtado de Mendoza, Luis Mármol de
Carvajal, Ginés Pérez de Hita, y muy detalladamente
en la Reseña histórica de la villa de Nerja
por Alejandro Bueno García, Veléz-Málaga 1907, y
edición facsímil del Ayuntamiento de Nerja de 1987,
con notas de maría Rivas y Francisco Capilla, y
también en Vida y diáspora morisca en la Axarquía
veleña, por Antonio Navas Acosta, Málaga 1995.
Luego repoblada por vecinos de Córdoba.
Puedo decir que esta
aldea de la Acebuchal, enclavada en un valle de la
Sierra de Almijara, es término municipal de Cómpeta
(Málaga), antiguamente se llamaba sierra de los
Verdiales, donde nacieron los puros fandangos
flamencos denominados que hoy están tan extendidos
por todo los Montes de Málaga, traídos por los
repobladores.
Estaba vigilado por el
Puesto de la Guardia Civil de Frigiliana por estar
dentro de su demarcación, por allí aparecían, de vez
en cuando, aquellos guardias bigotudos, bien
uniformados con tricornio y barboquejo ceñido, fusil
al hombro, bandolera y cartucherín amarillo,
uniformados por sí [sic], cumplimentaban su
recorrido en casa de Baldomero el Rico, firma
reconocida en el Puesto [El autor nos quiere decir
que la pareja de Guardia Civil en sus servicios de
correrías recogía en su papeleta de servicio la
firma de ciertos dueños de fincas para demostrarle a
la superioridad que había visitado tal o cual
cortijo]. A veces nos visitaban en el colegio, y la
maestra daba la voz de ¡en pie!, [y los
alumnos] quedábamos todos mutis.
Junto a la misma
[Acebuchal] discurría un arroyo con agua fresca y
potable que daba sus servicios al vecindario y
regaba la huerta que estaba muy repartida [en
bancales], y nos proporcionaba buena parte de los
alimentos que consumíamos, tales como patatas, maíz,
habas, aceite y hortalizas diversas. Para el riego
había instalada varias albercas en las que los
jóvenes disfrutábamos bañándonos, las rodeaban
algunos olivos milenarios y las agobiaban pencales,
la adornaban por todos los extremos matorral de
monte bajo moteado con algunos pinos.
Estaban comunicadas
por un encrucijada de caminos que unían la costa
malagueña con los pueblos de Granada, muy concurrido
por los arrieros, que portaban en caballerías los
productos de huertas, frutas y pescado a temple
[sic] [del tiempo], para vender o intercambiar por
los [frutos] propios de aquellas tierras
granadinas: harina, trigo, garbanzos, lentejas,
buenas chacinas y la comida de los animales.
Los pueblos con lo
que generalmente nos comunicábamos eran: Frigiliana
que distaba 5 kilómetros y que por ser el más
cercano visitábamos con más frecuencia; Cómpeta a 7
kilómetros, como era nuestro pueblo [La Acebuchal
pertenecía al término municipal y partido judicial
de Cómpeta], en él teníamos que gestionar nuestros
asuntos; Torrox distante a 8 kilómetros el cual
consumía los productos de la sierra, los que los
aldeanos trabajaban: leña, carbón; y Nerja la más
lejana pero que por estar más surtida también
teníamos que ir con frecuencia. Por Granada el
[pueblo] más cercano era Fornes a 5 leguas.
Carecíamos de luz
eléctrica y nos alumbrábamos con un candil o quinqué
de petróleo. El medio de transporte eran las
caballerías, cuando alguno enfermaba y había que
trasladarlo al pueblo, se improvisaba una camilla de
palos y lo llevábamos a hombros, esto se trataba
[este sistema se usaba] cuando la gravedad de la
persona no hacía posible llevarlo en caballería.
Cuando alguno fallecía, lo primero era tomarle la
medida al muerto con un hilo bramante, [luego] ir a
Frigiliana y el carpintero Frasco Virgen, durante la
noche hacía un ataúd. Al muerto también se le
llevaba a hombros, cosa que [ahora] veo descomunal,
toda vez que con tantas caballerías que teníamos se
hubiera preparado en unos capazos y se hacía [sic]
[hubiera hecho] estupendamente, pero parece ser que
en aquellos tiempos contaba más el sacrificio que la
comodidad, después de transportar a hombros el
cadáver, se pasaban algunos días adoleciéndose [sic]
[doliéndose] de los hombros.
Las bodas
eran divertidas, se reunía una recua de caballerías,
todas ellas enjaezadas con muchos alamares y
cabezales llenas de arraclanes [campanillas] que
tintineaban con gracia. A la puesta del sol se
emprendía el camino para Cómpeta, procurando llegar
al pueblo por la noche, cuando se llegaba a las
calles empedradas se procuraba avivar a los
jumentos, para que con sus patas bien herradas
hicieran resonar fuerte [las calles empedradas], y
los [vecinos del pueblo] que estaban ya descansando
[en sus casas] se asomaban para ver a la comitiva, y
para que la caballería donde iba la novia se
distinguiera de las demás se engalanaba con una
colcha blanca y era la primera que tenía que llegar
a la plaza. Después se acomodaban las bestias en la
Posada y se iba al Casino de Candidito a beber
aguardiente seco, que era la bebida preferida de
aquellos aldeanos que querían limpiar el gaznate del
polvo del camino. Las mujeres prefreían alguna
copita de menta que las ponía a punto. Una vez que,
[ya] de madrugada el cura decía su ceremonia, se
marchaba [la comitiva] al romper el día, antes de
que las cotilleras del pueblo les diera tiempo a
levantarse. Llegaban a la Acebuchal a la hora de
comerse el choto, que durante la noche habían estado
preparando las madres de los novios. Seguían la
juerga a base de vino del terreno, aguardiente
matarratas y carne frita. Ya vencida la tarde,
revolcaban la cama de los novios y se marchaban
cantando bajito. Por regla general, la sala
[dormitorio] de los novios quedaba instalada en casa
de los padres de la novia. Al día siguiente los
padrinos [de boda] tenían la obligación de llevarles
a los novios el chocolate a la cama y comprobar si
«el asunto» había marchado bien. Ese día y durante
tres más no trabajaban y estaban invitados en casa
de los familiares a comer, y esta era la Luna de
Miel, que sin más preámbulos eran más dichosas que
hoy un viaje al Caribe. Al cuarto día había que ir a
hacer los hoyos para las viñas, que si habían
abusado con demasía de lo prohibido, durante esos
días [de Luna de Miel], los dos kilos que pesaban el
azadón les parecía un quintal.
Los trabajos,
generalmente, eran agrícolas, parte se dedicaban
también a la ganadería caprina, y otras a la
arriería, sacando los productor de la sierra. Las
diversiones eran diversas, reuniones juveniles en
plan de visiteo. Por las noches se acudía a la casa
donde pertenecía estar la Virgen Milagrosa [la
capilla] que se mudaba diariamente. Estas reuniones
eran para rezar el rosario y a continuación
[después] se hacían las famosas ruedas o juego del
anillito, este era un juego muy bonito y
particularmente provechoso para los que estaban
enamorados, puesto que podían decirle a la
[muchacha] pretendida los recaítos, uno que le
gustara y otro no [que no le gustara]. Generalmente,
tanto varones como hembras, éramos creyentes y
novieros, tan pronto cumplíamos los quince años ya
estábamos los mozos detrás de las hembrillas, para
que no nos las quitaran las que nos gustaban, y
[aquellas] que no aceptaban pronto al pretendiente
les caía el chaparrón y no la dejaban un [sólo] día
tranquilas hasta que por fin con algún [mozo] cedía.
No era fácil que los novios se disgustaran, pues
verdaderamente los noviazgos que se formalizaban
era porque estaban enamorados.
Las fiestas mayores,
que se celebraban anualmente, eran la misa [por San
Juan], ese día acudíamos todos con nuestros trajes
nuevos, después de misa se sacaba la Virgen
Milagrosa en procesión cantando todos a un son.
Podré decir [diré] que
en los años 1915 y 1916 nacieron en la Acebuchal 12
niñas y 3 varones, las que quiero relacionar por su
hermosura y guapura, estas eran: Dolores la de
Eloisa, Dolores la de Antonio Simón, Adelina la de
Baldomero, Concha la de Paco Sánchez, Dolores la
Melliza, Rosario la de Frasquito, Dolores Miranda,
Aurora la de Eduardo, Dolores la de Cayetano,
Cristina la de Pepe, Aurora la de Antonio Lomas,
Rosario la de Seferino. Los varones eran: Paco el de
Virtudes, Baldomero el de Aurora y el Mellizo. Años
más tarde aparecieron [nacieron] otra tanda de
niñas, que eran las que a mí me interesaban, más o
menos de mi edad: Carmen la de Eloisa, Rosario
Ortiz, Amelia Torres Ortiz, Ana la de Nieves, Dolores y
Rosario la de Paco Sánchez, Magdalena la de Eduardo,
Ángeles la de Cayetano, Rosario la de Pepe, Dolores
la de Ángel Rojas y como broche de oro Carmelilla la
de Emilio [mi prima hermana], que aquí dijo Dios voy
a mandar a esta aldea como premio laboriosidad y
amor que me tienen sus habitantes, a los que quiero
mucho, una muñeca de china y esta la voy a criar
exclusivamente para Joseillo Ramón, que es un niño
muy aplicado, creyente y de corazón noble, aunque sí
algo caprichosillo, por esto le voy a hacer este
favor, y que no ande turbado el día que tenga que
buscar novia, la crearé tal y como a él le gustarán:
bajita, regordeta, con delanteras contrahechas,
vivaracha y con ojos que trasminen.
Por esto a mis quince
años volaba los vientos por ella, cuando le veía y
ella me dirigía su mirada se me secaba la garganta
y no podía articular palabra, aparte de que tampoco
tenía ocasión de cogerla a solas para decirle que me
tenía loco. Estas niñas estaban muy conservaditas y
vigiladas para cogerlas en un descuido. Por fin a
los tres años de pasar penas, en un ráfaga de rollo,
pude decirle: Te escribiré desde la mili (Era
el día que me marchaba para la guerra, 1938), y ella
me dijo: bueno. Por tanto mi declaración
amorosa fue por carta. Lo primero que hice cuando
llegué al Campamento Benítez fue coger un libro de
aquellos que circulaban por los cuarteles de cartas
amorosas, y, con mis dificultosos rasgos de
escritura dirigirle la carta lo más amorosa que
pude. Mas con los sentimientos que guardaba, creo
que no saldría mal del todo, y cual sería mi alegría
recibir la contestación diciéndome que ella también
me quería. Me pasé la mili entre cartas y cartas,
sin sentir a pesar de que fueron seis años de mili.
Después no quiero ni
acordarme lo que me costó ir a verla por primera
vez, menos mal que ella era algo más abierta y me
sacaba de algunos apuros, esto era lo que más me
agobiaba, cuando me decía: tienes que pedir
permiso a mis padres para venir a mi casa. Pero
donde iba yo por palabras [encontrar palabras] para
expresarme delante de mi suegro [y mi tío], con lo
guasón que era, y me hubiera dicho adónde vas tú
chaval a deshojarme esta flor de loto que con tanto
espero estoy criando, tú estas equivocado. Y yo le
decía a mi novia: como ya estoy dentro no me van
a echar a la calle, además donde van a encontrar tus
padres otro novio para ti como yo, alto, guapo y de
buena posición. Yo tenía muchas cabras, buena
finca y de buena familia, menos mal que nunca me
dijeron tú a que vienes a este cortijo. Por
fin entre cartas y visitas se pasaron ocho años de
[noviazgo] que se hicieron siglos, y el 6 de julio
de 1946 [nos casamos] pude volar con ella para
Ciudad Real donde me encontraba de guardia civil.
Solo me dieron de permiso 8 días [para casarme].
La posguerra fue muy
dura en la Acebuchal, por un lado llegaron los
maquis y la Agrupación Roberto a la sierra, y por
otro la Guardia Civil, que echaron a mis padres y a
mis suegros en el verano de 1948. A mediados
de septiembre de 1949 fue la batalla de Cerro Verde,
comandado por el capitán Quiles, donde murieron el
Cabo 1º Toribio y el guardia Reyes de la
guardias civiles y dos bandoleros.
Para espuela de mis
males al llegar al Puesto de Piedrabuena tuve que
marchar concentrado a la sierra [Las Arripas],
volviéndola a ver al mes, solo por tres horas, por
este motivo el tomé odio mortal a Franco, pues no
hay derecho que a los tres días de casado le quiten
a uno el manjar que toda su vida ha estado deseando.
El Antiguo Testamento de la Biblia decía que por
ningún concepto se separarán a los casados durante
un año. No sé cómo el Régimen de Franco, que por tan
católicos se consideraban, se saltaban esta ley
divina a la torera. Los seis años de mili, dos de
guardia civil y 16 meses más de casado separado de
mi mujer, tal vez sería el sacrificio que me pidió
Dios por el beneficio que me otorgó al darme tan
apreciada joya. Mil gracias al divino poderoso, al
Rey de España y a Suárez que nos trajo la democracia
propiciándonos una feliz vejez. Gracias. Málaga, 24
de junio de 1993. Firmado y rubricado José
Fernández.
B). RELACION DE VECINOS DE LA ACEBUCHAL DE
ARRIBA
(Datos reales).
Autor: José Ramón
Fernández Fernández, hijo de Antonio y de Dolores,
nacido en la aldea de la Acebuchal, casa conocida
por los Corrales, el día 29 de abril de 1920,
pertenezco a la familia que apodan
"Los Simones". Me
propongo hacer constar en estos pliegos a mi manera,
la composición de mi patria chica, denominando a sus
habitantes, forma de vida y cuantas circunstancias
me vengan a la mente, de la fecha 1925 hasta su
desaparición en 1948, la que tuvieron que abandonar
por motivos de los bandoleros de la sierra,
dejándola desierta. Al final de este trabajo haré
algún comentario de sus tiempos de ocio [Se refiere
al autor a los buenos tiempos de su infancia y
juventud. Las historias de sus habitantes, en lugar
de por grupos familiares, están divida por casas, la
casa como protagonista].
En este plan,
todos los que nacimos y nos sentimos acebuchareños,
añoramos con lágrimas nuestra aldea perdida, nos
duele en el corazón verla sola, triste y abandonada,
y sus nobles descendientes esparcidos por todo la
geografía española, por quedarnos sin patria chica
como si fuéramos Palestinos. Un abrazo a los que
tengan sangre aldeana y se sientan como yo,
orgullosos de haber nacido en tan amada tierra.
Cortijo de Calixto:
Esa finca estaba enclavada junto a las tierras de la
Acebuchal, estaba poblada de olivos y algunos
árboles frutales, era propiedad de don Federico de
la Torre de Frigiliana, se componía de cocina,
comedor, dos habitaciones, cuadra y corral, en éste
[corral] encerraba mi padre las cabras, hasta que lo
arrendó a un colono de los cortijos de Almuñécar
llamado Tarifa, el cual también le tomó en renta una
piara de cabras. Estaba compuesta por un matrimonio
y 4 hijos: Rafaela, Rafael, Carmen y José, más tarde
la ocupó Demetrio y Vitoriano la Merina, con sus 4
hijos: Baldomero, Vitoriano, José y Plácido.
Vitoriano la dejó porque compraron la Venta
Panaderos. La finca Calixto la labró algún tiempo
Emilio el Obispo y por último Plácido el
Terrible, cuando se quemaron las sierras de Cómpeta,
Frigiliana y Nerja, también ardió el olivar de
Calixto, y quedó de pastizal. Hoy sólo sirve para
encerrar las cabras de Ramiro el de Casimiro.
Casa número 1.- Los Corrales I.-
Esta casa que fue construida por Miguel Fernández
Lara y Eloisa Ávila Bueno (natural de Nerja, de
pequeña quedó huérfana y se crió en el cortijo Limán
son unos tíos). De este matrimonio nacieron 7 hijos:
Rosario que casó con José González el de
Amadora; Ana que casó con Vitoriano López;
Miguel casado con Rosario López (hermana de
Vitoriano); Eloisa casada con Francisco Retamero;
Dolores casada con Vicente Cañedo El Rubio;
Carmen casada con Antonio el de Eduardo; Manolo
casado con Enedina la de Betomela. Esta casa se
componía de comedor-cocina, dos habitaciones,
cámara, cuadra y corral para 300 cabras. Miguel
Fernández se dedicaba a la ganadería y a labrar una
finca de viñedos que tenía en los Peñones de
Frigiliana.
Casa número 2.- Los Corrales II.-
Aquí nací yo. Esta casa fue construida por mis
padres: Antonio Fernández Lara y Ana Fernández
Acosta, primera mujer de mi padre, la que falleció a
los seis años de casada, dejó 3 hijos: Miguel de
cinco años, que de mayor se casó con Ana Sánchez
hija de Paco Sánchez; Ana con tres años y Antonio
con meses, quien fallecería con 18 años de edad de
una pulmonía. Estos tres niños al quedar sin madre
los recogieron los abuelos, el más pequeño, Antonio,
se lo llevó la abuela materna Ana Acosta a la Venta
Panadero, se daba la circunstancia que esta abuela,
además, estaba criando a un niño del tío José, poco
más o menos de la misma edad. Por lo que tío y
sobrino mamaban de la misma teta. Los dos hijos
mayores: Miguel y Ana, se los llevaron los abuelos
paternos. A poco más del año murió Ana la abuela,
quedando viudo el abuelo, por lo que se acomodó con
los nietos a su cargo en casa de Antonio, su hijo
viudo.
Un día, y como se
encontraban solos y con los niños a su cargo, le
dijo el padre al hijo mira Antonio, aquí hace
falta una mujer y yo no tengo edad de casarme, así
que lo tendrás que hacer tú. Mi padre le hizo
caso, motivo por el cual se casó de segunda
[nupcias], antes de los dos años de enviudar, y lo
hizo con otra hermana de la difunta Ana, se llamaba
Dolores y tenía 19 años, y la primera noche de
casados se encontró con 6 personas, casa para
asistir, más animales domésticos. ¿Qué te parece el
plan?, pero allí había una mujer para esto y mucho
más, venía de una casa donde se reunían 14 personas
y ella era la mayor. También diré que si Dolores
aceptó este casamiento no fue por deseos propios,
más por recoger a losa sobrinos, que siempre los
quiso más que a sus propios hijos. De este segundo
matrimonio nacieron 7 hijos más un aborto de seis
meses que le acarreó una infección, y estuvo al
borde de la muerte. La mayor era Dolores que se casaría
después con Antonio Fernández (primo hermano),
el segundo era yo, el tercero Emilio, el cuarto
Manuel, la quinta Rosario, sexta Salvadora y
el último Antonio el Benjamín.
Casa número 3. La de Pepe Wenceslá.-
Fue construida por José López López y Dolores
Jurado. Se componía de cocina comedor, 2
habitaciones, cámara y cuadra. Tenían 5 hijos:
Virginia que casó con Juan el de Medianoche; José
que casó con María Fernández; Inocencia y Cristina,
ambas solteras; y Rosario casada con Antonio Moreno.
Esta familia tenía una finca en el Mayarín Bajo,
bastante retirada de la Acebuchal, y la tenían
siempre vacía y nos servía de parque de juegos a los
niños.
Casa núm.4. la de Rosario Ortiz.-
Casa construida por Severino López y Rosario
Santisteban hija de Juan Botanas. Vendieron pronto a
mi abuelo materno Miguel Simón. Que [luego]
alquiló, creo que en la cantidad de 5 pesetas, que
eran los alquileres que por aquellos tiempos se
cotizaban, a Antonio Fernández Acosta y a sus esposa
Rosario Ortiz. Antonio falleció a los nueve años de
casado, de un accidente en la sierra [En Barranco
Mármol, cazando monteses el 13-06-1928, aún existe
la pequeña hornacina encalada junto al carril],
quedó la viuda con 4 hijos y con una mano atrás y
otra delante, como se suele decir, [puesto que] en
ese tiempo no había subsidios [pagas de viudedad ni
de orfandad], vivió de una pequeña tienda y la venta
de algunas bebidas. A los seis años se volvió a
casar con un tal Evaristo Moles, natural de Jayena.
Ya en estas fechas la casa había pasado a propiedad
de mis padres. Como el fallecido Antonio, era
hermano de mi madre, y no estaban muy conforme con
este segundo casamiento, le impuso continuar
viviendo en casa, después al casarse mi hermano
Miguel y Ana se la dieron a ellos, que hicieron dos
partes y así quedó hasta su derrumbamiento. Se
componía de comedor-cocina, 1 habitación, cámara,
cuadra y corral.
Casa número 5. Venta de la Chacha Concepción.-
Esta casa aún no pudo decir quién la construyó, si
sé que era propiedad de Adriano Ortiz [hijo de
Federo] y Concepción Fernández. Él falleció joven de
una puñalada que le dio un convecino en riña,
quedando viuda y sola con 5 hijos: Adriano que casó
con tres mujeres [se casó tres veces] con Rosario
Sánchez, María de la familia de los Lagartos y
natural de Jates, y con Rosa de Jayenas (Granada);
Pepe que casó con una sevillana y que yo no llegué a
conocer; otra hija María casada con José Fernández
primo hermano [tuvieron 11 hijos, les vivieron 3,
uno de ellos Antonio Simón desapareció en la guerra
de Melilla]; Rosario casada con Frasco Sánchez El
Carabinero; y Dolores que casó con Emilio
Santisteban, que falleció joven y ella volvió a
casarse con Pepe el Arquero de Cómpeta y
pudieron vivir poco tiempo juntos, llegaron a
separarse. La casa, como su nombre indica era la
venta, y se componía de cocina-comedor, 3
habitaciones y cuadra. Cuando Concepción murió la
compró Evaristo Moles y Rosario Ortiz, esta mujer
tuvo 6 hijos. 4 del primer matrimonio con Antonio
Fernández Acosa: Antonio que casó con Carmen Torres
vivían en Frigiliana; otra hija Rosario casada con
José Colín; otra hija Ana María casada
con Antonio Sánchez; otra hija Isabel casada con
Baldomero Torres. De su segundo matrimonio con
Evaristo Moles tuvo 2: Manuel casado en Madrid y
Eulalia casada con un hijo de Antonio Herrero y que
vive en Barcelona.
Casa número 6. De Baldomero el Rico.-
En esta casa, que tampoco puedo decir quién la
construyó, vivía Baldomero Torres el Obispo
con Rosario Ortiz, este matrimonio no tenían hijos y
criaron a una sobrina llamada Rosario Ortiz casada
con otro sobrino de Baldomero llamado también
Baldomero Torres, éstos heredaron los vienes del
tío. Tenían una pequeña tienda de comestibles y la
casa estaba compuesta de comedor, cocina, 2
habitaciones, cámara, cuadra y corral para las
gallinas. Tuvieron una hija Amelia Torres Ortiz que
se casó con mi cuñado Paco Fernández, hermano de mi
mujer.
Casa número 7. La de Pepe el de María.-
Casa construida por José Fernández González y María
Ortiz Fernández, eran primos hermanos, esta casa la
conocí yo siempre vacía, ya que ellos vivían en el
Comendaor [finca al pie del Fuerte, porque allí
acampó el Comendador da Castilla don Luis de Zúñiga
y Requesens en 1569 en guerra contra los moros],
donde tenía una finca. Ya los mencionaré cuando
llegue a dicho cortijo. Sólo diré que estaba
compuesta por cocina-comedor, 1 habitación y cuadra,
que tenía un escotillón [puerta en el suelo] y se
bajaba a la cuadra por la cocina-comedor.
Casa número 8.- La Puertallana.-
Casa construida por Baldomero Torres y Rosario Ortiz
Ruiz. Única casa que subsiste con tejas de la
Acebuchal, consta de comedor, cocina, 2 habitaciones
y cámara. En la puerta tenía una explanada de
hormigón, por lo que se la denominaba Puertallana.
Este matrimonio estaba compuesto por 7 hijos:
Adelina, que como su madre se crió con los tíos,
falleció a los 20 años de edad (1937); Aurelio casó
en Frigiliana con Pura la viuda de Chirrín, este
matrimonio duró poco tiempo y se divorciaron, vive
solo en un cortijo de su propiedad en la Mayarín
Bajo; otra hija Amelia casada con Francisco
Fernández hijo de Emilo Simón, él [fue
guardia civil] falleció y ella viven en Málaga [con
su hija Maria Victoria]; otra hija Braulio casada
con Pepe el de los Almendros, él falleció, ella
viven en Frigiliana; otro hijo Baldomero casado con
Isabel Fernández Ortiz, ambos viven en Frigiliana;
otra hija Carmen casada con Antonio Fernández,
hermano de la anterior Isabel; y otro hija Rosario
que sigue soltera. Su forma de vida era la
agricultura, poseían una buena finca de viñedos y
olivos en el Mayarín y alguna huerta en la
Acebuchal, que casi todo fue herencia de los tíos.
Baldomero el Rico fue el alcalde pedáneo después de
la guerra, precisamente un buen personaje para todo.
Casa número 9. La de Tía Teresa.-
Casa que era una de las más viejas de la Acebuchal,
propiedad de Baldomero Torres y la tenía siempre
alquilada. Conocí en ella a Alfonso el Calero y a
María el Cuco, ya cuando los conocí vivían solos,
pero habían tenido 3 hijos: Pepe Moreno que casó con
Ana la de Nieves; Antonio que casó con Ángeles la de
Lorito y que en la guerra [civil] se marchó al
frente y, tengo entendido que alcanzó el grado de
Teniente, el caso es que desapareció sin dejar
rastro, la mujer se vino a Málaga y se unió a otro
hombre; otro hijo se llamaba Francisco, se marchó de
legionario sobre el año 1933 y en los primeros meses
de la guerra lo mataron en el frente. Esta casa que
nos ocupa estaba compuesta de una pequeña cocina y
una camarilla, después la ocupó José Rodríguez
Amadora y su esposa Rosario Fernández, allí le
sorprendió la guerra y nació un niño llamado José.
Después dejaron la casa y se vivieron a Málaga, no
puedo decir más de esta diminuta vivienda, hoy, como
todas se encuentra en ruinas.
Casa número 10. La de Manuel Botanas.-
Casa propiedad de Juan Botanas, padre de Manuel
Santisteban, que yo llegué a conocer, aunque muy
viejo. A la muerte de éste pasó a propiedad de su
hijo Manuel Santisteban, el cual en primeras nupcias
casó con Dolores Fernández hija de Pepe Simón,
falleció joven dejando dos niñas: Dolores que casó
después con Ángel Roja, y Obdulia casada con Manuel
Rodríguez, después contrajo nuevo matrimonio con
Nieves Gutiérrez, natural de Torrox. De este
matrimonio nacieron 3 hijos: Nieves que casó con
Serafino el de Frasquito Wenceslá; otra hija
Ana que casó con Antonio Lomas el que [quien]
falleció joven, ella volvió a casarse con otro de
Frigiliana, actualmente vive en Barcelona; y otro
hijo llamado Manuel que desapareció en el tiempo de
los bandoleros. Se componía esta vivienda de
comedor-cocina, habitación, cámara y una cuadra que
tenía la puerta por el interior del comedor, por lo
que siempre despedía mal olor, se dedicaba Manuel a
la arriería, llevando leña a Torrox o carbones,
también tenía una pequeña hacienda en los
Peñoncillos que heredó de su padre.
Casa número 11. De Dolores la Simona.- Vivienda
ocupada por Baldomero Ortiz Federo y Dolores
Ruiz La Simona. Este matrimonio estaba
compuesto por la pareja y 5 hijos: Rosario casada
con Baldomero Torres; Erinia casada con Miguel
Buchaca; Federico que casó con Carmen Fernández
Ortiz, hija de Pepico el de María, la cual falleció
al año de casada dejando un niño de un mes que
también murió tiempo después, él falleció también
joven de accidente por la patada que le dio una
caballería, y cuando lo llevaban a Málaga para una
intervención quirúrgica falleció en el camino; otro
hijo Antonio que casó en Frigiliana con una de los
cortijos de Almuñécar, ambos fallecidos; otro hijo
Baldomero que casó en Frigiliana con Dolores La
Potaje viven en Barcelona. Esta casa tenía dos
puertas a la calle, ya que, creo, se compuso en
otros tiempos de 2 viviendas. Se componía de
cocina-comedor, 2 habitaciones, cámara y dos cuadras
que tenía en la acera de enfrente, separada de la
casa. Baldomero Ortiz se dedicaba a la agricultura
[tierras] que poseía de su propiedad, también tenía
algunos bancales en la huerta, tal vez heredados de
sus antepasados. Era muy severo para los hijos,
aunque su rudeza no era muy eficaz y poco alcanzó de
ellos. Sólo les inducía al trabajo y poco a su
enseñanza cultural.
Casa número 12. De Dolores la de Frasquito el de
Concha.
- Esta casa debió ser construida por Frasquito
Recio y Dolores López la Lonador, se componía
de comedor-cocina, 1 habitación y cuadra, que
también tenía un escotillón para bajar a la cuadra.
[La familia] se componía de matrimonio y 4 hijos:
Antonio que permanece soltero y viven en Málaga con
su hermana; otra hija Dolores que casó con Pepe
Gómez, él falleció, ella vive en Málaga con su
hermana; otra hija Dolores que casó con Pepe Gómez,
él falleció, ella vive en Málaga con su hermano
Antonio (soltero); otro hijo José casó en Cómpeta,
ignoro el nombre de la esposa, y otra hija que era
melliza de José se casó con un tal Javier de
Lentejín. Frasquito Recio vivía como Dios le
daba a entender aunque heredó muchas tierras de su
padre y muchos olivos pero en casa se veía siempre
apurado, para decir que vendía la aceituna y después
tenía que ir la mujer a casa de Baldomero [el Rico]
a que le diera fiado una cuarterola de aceite para
hacer las migas. La mujer que tampoco era muy
experta, nunca se entretuvieron en comprar una orza
para el aceite que allí todo el que tenía olivos,
guardaba aceite para el año. Frasquito murió en
accidente cuando en el año 1937 cortaba un pino en
la cañailla de Meliendres, le calló encima y rodó
con él.
Casa número 12. De la Chacha María la Lonardo.-
Esta casa que también era de las más antiguas de la
Acebuchal, sería propiedad del tío Gaspar, abuelo de
la María (propietaria) que yo conocí viviendo en
ella. Se componía de comedor, una pequeña habitación
y camarilla, debió de ser partición de otra que
estaba adosada y que era de otra hermana. En ella
vivía sola la Cacha María, que viví de lo que los
hijos le traían. En aquel tiempo los ancianos no
tenían subsidio de vejez [pensión], y si los
familiares no se acordaban de ellos morían de hambre
o implorando la caridad, aunque esta era grande [la
caridad], pero a nadie el sobraba por menos en
aquellos lugares.
Casa número 13. Casa Chica.-
Esta casa cuando yo la conocí era propiedad de
Emilio Simón [mi suegro]. Yo recuerdo verla
como escuela, la que estaba regentada por un tal
Dieguito Retoño, uno de los mejores calígrafos que
yo he conocido aunque no era maestro del Gobierno
[Maestro Nacional], pero tenía una cultura
estupenda. Más tarde vivió Vitoria Ávila, fue donde
su dueño Emilio puso la casa cuando contrajo
matrimonio con Virtudes Fernández hasta que se
hicieron de una mejor casa, que ya mencionaré.
Estaba compuesta por una cocinilla muy pendiente, un
cuarto que, tan húmedo era, le choreaban las
paredes, y una diminuta camarilla en las mismas
condiciones y con las escalera de pizarras, que sólo
cabía poner el pie. En tiempo de los Rojos fue la
casa del Comité, donde se litigaban los precios del
pan y donde [se decidía] adónde iban los
trabajadores al día siguiente [a qué fincas irían a
trabajar sin que el amo los llamara y luego exigían
el jornal].
Casa número 15. Casa de la Escuela.-
Esta casa propiedad de Paco Sánchez, la que él
construyó, la alquiló al Ayuntamiento de Cómpeta
para Escuela Nacional, por cuyo motivo vivía en casa
del suegro, fue ocupada por las siguientes maestras:
doña Emilia que fue la primera, era interina,
después fue doña Dolores Romero, ya era propietaria
[de la plaza], la ocupó durante ocho años, tenía una
hija llamada Pilar que padecía ataques epilépticos,
por cuyo motivo creo que doña Emilia siempre estaba
mal humorada, no diré que fuera mala maestra, pero
de aquellas antiguas que enseñaban con la palmeta,
hincar de rodillas y el gorro con orejas de burro,
que José Feliza le construyó, cómodamente rellenada
en el sillón, ordenaba a las más adelantadas para
que enseñaran a los demás, el que [quien] era un
poco más listo algo aprendía, pero los más rudos [de
mollera] salieron a los ocho años sin aprender ni la
A. La relevó otra llamada señorita María López Ruiz
que sólo estuvo una temporada. Después fue otra
maestra llamada Dolores Ortiz Recio y que llevaba de
compañía a su hermana Carmen, a éstas les
sorprendió la guerra civil, como era tiempo de
vacaciones [18 de julio 1936], en esa fecha estaban
en casa de sus padres en Málaga, familia no adicta
al régimen que entonces mandaba en Málaga [Frente
Popular]. El padre era abogado y en los primeros
días del Movimiento [Nacional] le mataron a un hijo
de 22 años llamado Juanito, en vista de lo cual y
viendo los malos vientos que corrían fueron a
refugiarse a la Acebuchal, donde fueron protegidos
hasta la liberación de Málaga, que volvieron a su
casa de Málaga [ni los del Comité los denunciaron].
Con esta maestra terminó la escuela y aunque quedó
vacante no la volvieron a ocupar más.
Casa número 16. Del Chaco Pepe.-
Esta casa fue construida por José Fernández Ruiz y
Ana González Fernández, cuando yo la conocí estaba
ocupada por mi bisabuelo y a la vez abuelo de mi
mujer [somos primos hermanos]. A la muerte de éste
la compró Miguel Fernández Acosta y Dolores
Fernández, que la habitaron poco tiempo ya que se
marcharon a Patamalara, una fábrica de luz en el río
Torrox y alquilaron a Casimiro, donde nació la hija
de Evangelina; después también estuvo alquilada a
Pepe Moreno y más tarde la vendieron a Carmen la
Merina, donde vivió con sus tres hijos: Emilio que
casó con Rosa Santisteban; otro hijo Baldomero
Torres que casó con Concha Sánchez [tuvieron
taberna, dos hijos, uno de los hijos es Aurelio
el Obispo, alma pedánea de la Acebuchal];
Antonio casado con Dolores, hermana de Concha
Sánchez. Carmen [la Merina] tenía además otra hija
llamada Justa pero esta ya no vivió en esta casa
porque casó en Frigiliana con José Longaniza
y tenía una finca en Río Seco. Estaba compuesta por
comedor-cocina, dos habitaciones y cuadra.
Casa número 17. De Plácido el Terrible.-
Casa que ignoro su antigüedad, estaba ocupada por
Plácido López el Terrible, casado con Nieves
Jurado, se componía de una pequeña cocina-comedor,
sala también pequeña y una camarilla aún más
pequeña, apenas se podía mover [una persona] en su
interior. La familia estaba compuesta por 4 hijos y
el matrimonio: Ana que casó con Pepe Moreno; Plácido
que casó en Frigiliana con María la Palancares;
Antonio que era algo retrasado y murió soltero; y
José que casó en Frigiliana y desapareció en la
sierra con los bandoleros. Era una familia de lo más
atrasada económicamente, sólo se dedicaban a llevar
leña a Torrox con un burro que tenían, y las tierras
que tenían era una pequeña viña en los Peñoncillos
con poco más uvas para comer, pero el verano se iban
al cortijo a pasar unos días.
Casa número 18.- De Emilio Simón.-
Casa que después de casados compró Emilio Fernández
[Simón] y Virtudes Fernández, yo la conocí
siempre vacía ya que ellos vivían permanentemente en
el campo del Mayarín, ya describiré a la familia
cuando llegue a la casa de campo. En el año 1940 se
casó el hijo Antonio con Dolores Fernández [mi
hermana] y se fueron a vivir a esta casa que
ocuparon hasta su abandono. En ella nació la hija
Primitiva y otro niño llamado Antonio que murió a
los 16 meses; Alberto y Dolorcitas que de niña
cogió la poliomielitis. Estaba compuesta por
comedor-cocina, dos habitaciones, cámara y cuadra.
Poseían en la misma casa una tienda de comestibles.
Casa número 19.- De Paco Botanas.-
Casa propiedad de Francisco Santisteban y su esposa
Felixa Gutiérrez. Se componía de 5 hijos: Manuel
casado con Ángeles López, hija de Baldomero
Lonador; Otra hija Rosa casada con Emilio
Torres; Francisco casado con Angelines López;
Dolores, era hermana melliza del anterior, se casó
con Baldomero Moreno; y otro hijo que padecía
epilepsias y murió a los diecisiete años. La casa
estaba compuesta por cocina, dos habitaciones y
cuadra con la puerta interior a la cocina. Esta
familia se dedicaba a la arriería y eran los únicos
que se quedaban todo el año en la Acebuchal, ya que
no tenían casa en el campo, ni tierras.
1).
EL ACEBUCHAL DE
ABAJO
Comentada la
Acebuchal de Arriba, quiero hacer lo mismo con la de
Abajo o Casas Honderas como nosotros las
denominábamos. Contaré que estaba situadas a unos
700 metros de distancia en plenos bancales [al
Oeste], punto conocido por los Collaillos, rodeada
de algarrobos y olivos verdiales, de los que estaban
poblados todo la huerta, al estar regados todo el
año producían mucho fruto. A los molineros no le
agradaba mucho estas aceitunas, porque decían que no
daban mucho rendimiento, aunque sí eran de buena
calidad. Los frutos que generalmente se sembraban en
los bancales eran: primero las habas, que se ponían
[sic] [sembraban] en el mes de octubre, después las
patadas en el mes de diciembre de una semilla que
Paco Sánchez traía de Monachil [Granada], estas se
arrancaban en el mes de junio y seguidamente se
sembraba el maíz, que por ser una planta tan
frondosa, producía durante todo el verano una
aspecto de vergel. Entre las plantas de patadas se
solían poner algunas de lechugas, y que en los meses
de marzo a abril, en las buenas tardes de primavera,
solían ir las mocitas a por las frescas lechugas y
esta labor les servía de recreo y de entretenimiento
con los mozos que guardaban las cabras o regaban.
Casa número 1. Casa de la tía Manuela.-
Esta casa es muy antigua, actualmente persiste en
pie y con tejas, se compone de cocina-comedor y una
camarilla, es propiedad de Antonio Federo y la
alquilaba generalmente a los recién casados, entre
tanto encontraban otra cosa [casa] mejor. Conocí en
ella a varios inquilinos, entre los que más recuerdo
a Serafino Antonio Lomas, aunque era pequeñas pero
como lo que tenían que meter tampoco era gran cosa
se apañaban divinamente, una cama, baúl, un silla
como mesita de noche para colgar la ropa mientras
dormían, mesita comedor, 4 sillas y los cacharros de
cocina que como los vecinos tenían costumbre de
regalar, la pertechaban de muchas cosas necesarias
para el uso diario. Este nombre, con que se conocía
la casa, era propiedad de una señora que la habitó
antiguamente y que se llamaba Manuela, madre de
Isabel la esposa de Antonio Federo.
Casa número 2. De la Guarina.-
Esta casa era también muy antigua, yo sólo conocí
viviendo en ella a Antoñico Miranda Gorrina y a su
esposa Dolores López, él era natural de Monachil
(Granada), ambos fallecieron muy viejos. Dolores
falleció a los ciento dos años y él con más de
noventa, vivían de unos bancales que tenían y cuando
iban a labrarlos cavaban los dos juntos. Después al
quedar la casa vacía, no la pudo habitar nadie por
estar inhabitable y no mercería la pena su
reparación, siendo una de las primeras que quedaron
en ruinas. Contaba de cocina-comedor, una habitación
y dos cámaras, mucho material de mampostería, pero
pocos huecos.
Casa número 3. La Bodeguilla.-
Esta casa no merece denominarla casa, pues solamente
era un pequeña habitación. Pero sí quiero que
figure por su trascendencia, que en ella es donde
empieza a contarse la numerosa familia de Los
Simones. Allí vivió mi bisabuela con sus cuatro
hijos, los que ya figuran en el libro mío:
Familia de los Simones. Cuando yo la conocí
servía de bodega a los vinos de mi padre, por lo que
se conocía por la bodeguilla, tenía por encima una
camarilla que era propiedad de la Gorrina, se
infiere [supone], que de las particiones familiares
quedaría así. Este caserón ya no existe, la máquina
que hizo el carril de Frigiliana a Cómpeta la
destruyó.
Casa número 4. De Wenceslá la Catarro.-
Esta casa que era la más alta de la barriada, toda
vez que tenía tres pisos, cosa insólita en la
Acebuchal, no sé a qué obedecía esta obra y tampoco
tengo noticias de su constructor, estaba habitada
por una anciana llamada Wenceslá López Ruiz y
constaba: debajo [en la planta] un comedor-cocina,
cámara de las mismas dimensiones que el piso bajo y
ático que tenía la puerta por la calle de arriba.
Cuando ella murió la ocuparon los hijos de Frasquito
López, la que pasó a su propiedad por herencia,
pronto también quedó inhabitable por vieja.
Casa número 5. De Frasquito Wenceslá.-
Casa construida por Francisco López López y Dolores
Ávila La Merina. Se componía de cocina,
comedor, dos habitaciones, cámara, corral para 600
cabras y cuadra. Se componía esta familia de 9
hijos: Casimiro que casó con Carmen Sánchez;
Severino que casó con Nieves la de Manuel; Vitoriano
que casó con Ana la de Eloisa; Luis que casó con
Rosario la de Serafino; Antonio que casó con María
Ávila la de Coronado; Paco que casó con Rosenda;
Saturnino que casó con Carmen la Cebolla; José que
casó en Frigiliana con una hija de la Llorosa; y la
única hija Rosario que casó con Miguel el de Eloisa.
Se dedicaban a la ganadería del cabrío, que tenían
la más numerosa de la Acebuchal, además tenían muy
buenas tierras en el campo del Mayarín, después
compraron el cortijo de Las Pupertas una finca de
muchas tierras, casi todas de manchones y que ellos
repusieron, también tenían el cortijo de Limán,
fincas en la sierra de Nerja, por tanto, aunque era
una familia numerosa, todo muy trabajadores poseían
un estupendo capital, que mayormente los hijos han
disfrutado.
Casa número 6. De Joseíco Gorrina.-
Casa construida por José Miranda López y Carmen
López la Filomena, estaba compuesta por dos
habitaciones, comedor y corral para cabras, que era
su profesión, tenía este matrimonio 4 hijos:
Prudencia que casó con Antonio Betomela; José que
casó con Aurora la de Eduardo; Dolores que casó con
Paco el de Eduardo y Paco que falleció en la guerra
civil, pero de enfermedad, también tenían buenos
bancales en la huerta y fincas de secano.
Casa número 7. De Cunero.-
Casa muy pequeña de una sola habitación. Esta
familia compuesta por tres hijos, quedaron de
pequeños huérfanos, por lo que se marcharon al
pueblo de Torrox donde se casó la [hija] mayor.
Después se casó el hijo varón llamado Luis. Estuvo
viviendo con su esposa Dolores Moreno, hija de
Eduardo Carramañes, únicos habitantes que en ella yo
conocí.
Casa número 8.- De José Simón.-
Este matrimonio estaba compuesto por José Fernández
Lara y Virtudes López López, no tenía familia, o
sea, hijos. Tenía la casa que describo, la cual era
de sus padres y que él heredó, donde se crió con
todos sus hermanos, se componía de cocina y dos
habitaciones y cuadra. Después [José] como estaba en
buena posición, hicieron sobre el año 1931 otra casa
casi junto a la otra, ésta era una casa moderna y de
mejor calidad que la que ellos tenía. La primera
casa en la Acebuchal que tuvo mosaicos finos. Se
componía de comedor, cocina, dos habitaciones en la
planta baja y cámara que ocupaba todo el bajo, aún
todavía se podría habitar con una pequeña
reparación. Cuando él falleció, dejó a la esposa el
cuidado de una sobrina llamada Rosario, la que
después heredó los bienes que ellos tenían. La casa
se la dejó a su sobrino Paco y otra parte de tierras
la heredó sus sobrinos Emilio y esposa Evangelina, a
pesar de tener muchos sobrinos, pero hubiera
repartido los bienes peor.
Casa número 9. De Javier Carrameña.-
En esta casa vivía Javier Moreno y Dolores la
Javielona, no tenían hijos, después recogieron a un
sobrino Sebastián que quedó huérfano, que heredó los
pocos bienes que tenían: una pequeña finca en los
Peñones. La casa estaba compuesta por cocina,
habitación y camarilla, con cuadra para el burro,
tenía casa la costado izquierdo un caserón, creo que
fue otra vivienda. A ella le decían La Abogadilla.
En es casa decía mi padre que vivió cuando se casó
con Ana su primera mujer hasta tanto construyera su
casa en los corrales en la Acebuchal de Arriba.
Javier, al que me estoy refiriendo, se dedicaba a la
confección del esparto, capachas, pleitas, serones,
espuertas y cuanto le encargaban.
Casa número 10. Eduardo Carramelas.-
Esta casa estaba ocupada por Eduardo Moreno y
Dolores Martín, esta era natural de Frigiliana, y se
crió en la casa de Río donde trabajó como criada con
don Blas Herrera, y como Eduardo, de soltero
trabajaba en dicha finca se infiere [sic] [se
supone] que allí se enamoraron, tuvieron 7 hijos:
Dolores que casó con Luis el Cunero; otra hija
Eduarda que casó con Baldomero López Lonardo
; otra hija Ana que casó con Antonio Sánchez
Miranda; otro hijo Francisco que asó con Dolores
Miranda López; otra hija Aurora que casó con José
Miranda, hermano de Dolores Miranda; otro hijo
Sebastián que casó en Frigiliana con Carmen Moreno;
y Magdalena que casó con Emilio López el de
Magdalena. Esta familia también tenía pocas tierras
y se dedicaban a trabajar en el esparto, único
trabajo, mayormente, a lo que la mujer se dedicaba.
La vivienda estaba compuesta por cocina, habitación
y cámara, junto a la misma tenía una cocinilla que
era donde la abuela Felisa vivió mientras estuvo
sola, aunque después tuvo que vivir con los tres
hijos que tenía. Y esta habitación también la
ocupaba la familia de Eduardo, ya que eran muchos de
familia y poco local. Aunque la verdad se ha de
decir porque en aquellos años no hacían falta muchas
camas, en el suelo se tendíauncolchón de palmilla y
en él podían dormir media docena de personas.
Casa número 11. De Antonio Federo.-
Casa habitada pro Antonio Ortiz e Isabel Álvarez,
se conocía por la casa del almencino, por tener este
tipo de árbol en la puerta. Tuvieron 5 hijos:
Dolores que casó con Luis Pandero; Rosario que casó
con Antonio Fernández; Isabel se quedó soltera;
Antonio que casó en Cómpeta con Adela; y Virginia
que casó con Pepe López Sánchez. Esta casa permanece
habitable gracias al cuidado de sus actuales dueños
que no la han abandonado. Vivían de la agricultura,
poseían los bancales muchas tierras, la casa se
componía de comedor-cocina, 2 habitaciones, cámara
y cuadra.
Casa número 12. De Antonio Sánchez.-
Esta casa se componía de dos partes, siempre estaba
vacía, sólo conocí en ella viviendo a Antonio
Sánchez y Ana Morera como los propietarios vivían en
el campo con mejores casas, la tenían vacía y
solamente la utilizaban para los útiles de labranza
y meter los productos de los bancales, patadas,
maíz, aceitunas y algarrobas. Tenía tres
habitaciones y cuadra.
2). OTRAS CORTIJADAS
Una vez
terminada la relación de las casas de la Acebuchal
[de Arriba y de Abajo], quiero que conste el campo
que tenían y sus cortijos, que ocupaban, unos
temporalmente y otros permanentemente, aquellos que
por no tener casa en la aldea [Acebuchal] estaban
todo el año y otros por comodidad, a los que le
llamábamos campesinos.
1). Cortijillos
de Meliendres.- Se componía de tres familias y
viviendas, una propiedad de Dolores la de
Concepción, tenía una viña y olivos, recogería unas
treinta cajas de pasas y 15 quintales de aceitunas.
Otra de Joseíco Gorrina, lo habitaba en verano, ya
está ha relacionado en la casa número seis de las de
la Acebuchal de Abajo, donde tenía su domicilio. La
finca se componía de viñedos y olivos, con algunas
higueras. Otro cortijo era de Casimiro que la
habitaba permanentemente, tenían 4 hijos: Evangelina
que se casó como Emilio Fernández, hermano mío,
Ramiro que casó con su prima Carmen López, hija de
su tío Vitoriano; otra hija que casó en Frigiliana
que tampoco sé el nombre de su esposo. Este Casimiro
estaba casado con Carmen Sánchez Miranda. [Tenían
dos hijos: Antonio y Laura]. La finca que labraban
era algunos bancales en la huerta de la Acebuchal y
el secano de viñedos y olivares.
2). Los
peñoncillos del Mayarín.- Estaba compuesto por
los siguientes cortijos o casas de campo, una de
Manuel Santisteban Botana vivían
temporalmente, aunque el fruto que tenían que
recoger era poco, pero al menos disfrutaban del
campo. Otro cortijo era el de Paco Sánchez, éste era
el que más frutos tenía y que también lo habitaron
temporalmente. Otro cortijo era el de Dolores la de
Frasquito el de Concha, tenía muchas tierras, pero
como cuento al referirme a la casa número 14 de las
de la Acebuchal de Arriba, se administraban
medianamente y los frutos que recogían eran pocos:
Otro cortijo era de Plácido López El Terrible,
tenían poco más o menos uvas para comer pero también
se iban en los veranos para mudar de ambientes.
3). Mayarín
Bajo.- El primero era el de Cayetano González,
casado con Ángeles la Filomena de apellido López,
vivían allí permanentemente, no tenían casa en las
barriada, tenían 4 hijos: Rosario que casó en
Torrox, conocido por el Piojo, y que me perdone si
le ofendo; otro que casó con Mercedes la Lorita;
Otra hija Dolores casada en Torrox con Mangastiesas,
y perdón; y Ángeles que casó con Paco Baena, era
primo de mi suegro y estaba sordo como una tapia,
tenía algunas tierras en los bancales de la
Acebuchal, que generalmente, siempre tenía sembrado
de acebuches, más unas tierras de viñedos en el
Mayarín.
4). Otro
cortijo era el de Antonio [Pepe] Pastor que casó
con Dolores Fernández, era el más potentado del
Mayarín, solía recoger, en años medianos de frutos,
más de 1.000 cajas de pasas y sobre otros mil
quintales de aceitunas. Tenían una hija llamada
Dolores que casó con José Fernández de Cómpeta,
apodado el de Sacristán Soria; otro hijo Augusto que
casó con Marí Carmen la del Boticario; otro hijo
Aurelio que casó con Lola García Fernández, hija del
arquitecto.
5). Otro
cortijo de José Zambota, vivieron en él José
González y su esposa Esperanza, después pasó a
propiedad de Luis López y Rosario López, que después
se marchó a Nerja y lo dejaron abandonado, hoy está
en ruinas.
6). Otro
cortijo era propiedad de Severino López y
Rosario Santisteban, vivían permanentemente, una
casa que tenían en la Acebuchal la vendieron, toda
vez que les cogía el campo muy retirado, y como era
muy afanoso no quería que los hijos perdieran el
tiempo en el camino. Tenía 9 hijos: José que casó
con Carmen Fernández Ortiz; otras Adela, casada con
Antonio González el de Cayantano; Adriano que casó
con Ana Fernández y a la muerte de ésta con Rosario
Fernández, hermana de la anterior [ambas hermanas
mías]; Ángeles casada con Francisco Santisteban;
Severino casado en Torrox con Fernandina Sevilla;
Aurelio casado en Cómpeta con una hija de la casa
del Río; y Antonio casado con una hija de Paulino.
Esta familia tenía muchas tierras de viñedos y
además una finca de riego en el río de Torrox,
frente a los Caserones, pero diré que a pesar de lo
que poseían, vivieron una vida de esclavitud la que
la mayoría de ellos pasaron, particularmente durante
su soltería.
7). Otro
cortijo el de Baldomero Torres y Rosario Ortiz,
vivían en la finca temporalmente, ya que están
relacionados en la casa número 8 de la Puertallana,
tenían buena finca de viñedos y olivos que fue
heredada de sus familiares.
8). Otro
cortijo el de Wenceslao Higueras y Matilde, eran
naturales de Cómpeta, vivían en Nerja, trabajaban en
la fábrica de cañas, tenían 3 hijos: Wenceslao
estaba cojo y era zapatero, casado; Pepe que fue
carabinero casó en Cómpeta con Ana María la Colica;
Faustino que casó en Nerja. Esta finca la compró
Pepe Pastor, después la heredó Pepito, éste vendió a
Antonio Moreno y Rosario la de Pepe Wenceslá, en
cuyo poder se encuentra, está poblada de viñedos y
olivos.
9). Otro
cortijo era el de Frasquito López y Dolores
Ávila vivían allí temporalmente, ya están
relacionado en las Casillas Honderas [o Acebuchal de
Abajo].
10). Otro
cortijo que fue construido por Demetrio López y
Vitoria Ávila, lo vendieron a Antonio Fernández
González y Rosario Ortiz Sánchez, vivían allí
permanentemente, tuvieron 3 hijas como tres rosas a
cada cual más bonita: Carmen que casó con José López
el de Severino; María que casó con José López el de
Pepe; Edelmira que casó con Joseles Fernández,
cuando los propietarios fueron mayores quedó en
poder de la hija Edelmira, donde también le nacieron
dos hijos: Rogelio que marchó a la Legión,
permanece en Melilla; Emilio casado con Pilar.
11). Otro
cortijo era el de Pepe López el de Wenceslá
y Dolores Jurado, ya relacionado en la casa
número 3 de la Acebuchal de Arriba, aunque vivían en
el campo permanentemente, por tener el trabajo
retirado.
12). Otro
cortijo era el de Teresina la de Valerio, vivía
en el campo permanentemente, con un hijo llamado
Francisco, esta familia no eran acebuchareños,
procedían de Cómpeta, tenían más hijos pero yo no sé
los nombres, había una que se llamaba Rosario,
Teresa y Manuel.
3).MAYARÍN ALTO
1). Cortijo
de Antonio Betomela y Prudencia Miranda. Este
cortijo, [primero] era de Lonardo, yo le conocí a
él y a sus hijas: Dolores y María la de Blas
Jiménez, después vendieron a Antonio Betomela que
vivían allí permanentemente, después pasó a su hija
Enedina, allí le nacieron tres hijos: Honorio, Pepe
y Enedina.
2). Otro
cortijo era de Miguel Simón, era
propiedad de mi abuela paterna, como abuela vivía
con nosotros, nos pasábamos en él la temporada de
verano, hasta que mi padre preparó otro que tenía en
los Cuatro Caminos, después pasó a poder de Emilio
Fernández y Dolores Sánchez [de Cómpeta], que
compraron a los herederos, por último está en poder
de una extranjera, está derrumbado y las tierras
abandonadas, en esa finca Emilio crió a dos hijos:
Emilio que casó con Carmen Miranda Moreno, y a Sofía
que casó con José Santisteban Pérez, conocido por
Pepe el de Nieves, falleció en 1993.
3). Otro
cortijo era el de Baldomero Ortiz y Dolores
Ruiz, vivían en él por temporadas, ya están
relacionados en la casa número 11, de la Acebuchal
de Arriba, hoy este cortijo está en poder de Manuel
Santisteban López, hijo de Manuel Botanas y Ángeles
la de Baldomero Lonardo.
4). Otro
cortijo era propiedad de Antonio Federo, ya
figura en la casa 11 del almencino, actualmente está
en poder de su hijo Antonio y nieto Manuel Moles.
5). Otro cortijo
era de Emilio Fernández González [mi suegro] y
Virtudes Fernández Lara [mi suegra y hermana de mi
padre], la ocupaban permanentemente, en ella
vivieron con sus ocho hijos: Dolores que casó con
Miguel Fernández el de Patamalara; otro hijo Emilio
que casó con Dolores Sánchez; Antonio que casó con
Dolores Fernández [hermana mía]; Francisco que asó
con Amelia Torres; José [Joselete] que casó con
Edelmira; Virtudes que casó con Paco Villena de los
Peñoncillo de Torrox, el marino; Carmen, Carmen,
Carmelilla, no sé con quien se casó, tal vez sería
con Joselillo Ramón [un servidor de ustedes]; y
Salvadora que casó con Alberto Bueno el de la Plaza.
6). Otro
cortijo era el de Botana, este cortijo cuando yo
lo conocí era un caserón viejo propiedad de paco
Sánchez, lo compró mi padre y pasó a Rosario, que
se lo vendió a Antonio Román y después la volvió a
comprar mi padre, que lo dejó en herencia a sus
hijos: Emilio y Manolo, hoy en poder de los hijos de
estos.
7). Otro
cortijo era el de Aurora y José Felisa los que
determinaré en su casa del ventorrillo Lomas, donde
tenían su domicilio, en este lugar solamente estaban
en la temporada de verano.
4).CORTIJADAS DEL COMENDAOR
1). Cortijo de
la Colá, hoy del Pino, renombrado por la capilla
que en el año 1982 se construyó a la Purísima
Concepción, imagen que fue donada por las Hijas de
María de Cómpeta, como no tenían donde alojarla, se
le proporcionó esta capilla [ermita de obra], bajo
el pino gigante en la puerta del cortijo de Carmen
la Merina. [Tiene también la capillita de la Virgen
Milagrosa de la Acebuchal] El pino se crió en poco
tiempo, este pino tendrá alrededor de unos 55 años.
En este lugar se celebran anualmente, sobre el día
de San Juan una misa a la Virgen, donde suelen
acudir los descendientes de la Acebuchal, hoy
diseminados por todos los pueblos, se convierte este
acto en romería, y que cada día van más personas de
los pueblos colindantes. Este cortijo era propiedad
de Antonio Torres y Carmen Ávila, familia que ya
están descritos en una casa que tenían en la
Acebuchal número 8.
2). Otro
cortijo, adosado al mismo cortijo de referencia,
se encuentra otro, que era propiedad de mis padres,
que ya están los familiares reseñados en la número 2
de los Corrales.
3). Otro
cortijo era el de Pepico y el de Chacha María,
estaba ocupada por esta familia permanentemente, ya
están relacionado en la casa de la Acebuchal la
número 7.
4). Otro
cortijo era el de Ricardo y Ramona, estaban en
él permanentemente, Ricardo se dedicaba a las
caleras y una pequeña finca de viñedos, criaron a un
hija Carmen y a un hijo Antonio. La niña se casó
con Vicentino Rosa y el hijo con Dolores.
5). Otro
cortijo era el de Baldomero López Lonardo,
vivieron aquí permanentemente, como tenían pocas
tierras, mayormente se dedicaban a las faenas de la
sierra, en particular en los meses que más escaseaba
el trabajo. Tenían 5 hijos: Baldomero que era hijo
de la primera mujer, llamada Nieves y era de Torrox.
Baldomero López volvió a casarse en Frigiliana con
Magdalena, que también murió joven, dejando 4 hijos:
Dolores que casó con el hijo de Blas Torres; Ángeles
que casó con Manuel Santisteban Botana; otro
hijo Emilio que casó con Magdalena Moreno, hija de
Eduardo Carrameñes; otro hijo José que casó en
Frigiliana ignoro con quien.
6). Otro
cortijo era el Ventorrillo de Frasco Sánchez, en
él vivieron permanentemente Francisco Sánchez el
Carabinero y Rosario Ortiz, aquí nacieron sus tres
hijos: Rosario que casó con Baldomero López el de
Lonardo; Dolores que casó con José Rico,
Sartén; otro hija Salvadora casada en Frigiliana
con Antonio Martín Polilla, esta última quedó
viviendo en el ventorrillo a la muerte de los
padres, tenía tres hijos: Antonio, Salvadora y
Rosario, se marcharon de jóvenes a Barcelona y he
perdido la pista de esta familia.
7). Otro cortijo era el de Ángel Roja,
fue propiedad de José Fernández Ruiz, era mi
bisabuelo y abuelo de mi mujer, en la herencia quedó
en poder de sus dos nietas Dolores y Obdulia, la
primera que casó con Ángel Roja, viviendo allí
permanentemente, y tuvieron 4 hijos: Antonio que
casó en Frigiliana; otra hija Dolores que también se
casó y murió muy joven en Málaga; Ana que casó en
Nerja con José Rivas; y Ángeles que casó con Ángel
Carmena. La segunda hija [Dolores], se había casado
con Manuel Rodríguez el Mono, también estaban
en el cortijo permanentemente, tuvieron 5 hijos:
Manuel, Rosario, Dolores, Francisco y Julio, toso
están casados pero ignoro los nombres de los
cónyuges, sólo sé el de Julio que casó con Carmen
Fernández la de Pura; y el de Francisco que casó con
una hija de Baldomero el de Aurora.
8). Otro
cortijo era el de Miguel Lonardo, vivía
allí permanentemente con sus esposa Rosario Sánchez
y un hijo Pepe, éste casó con Virginia Ortiz, como
único heredero al fallecimiento de los padre
quedaron dueños de todos los bienes, naciendo tres
hijos: Pepe que casó en Frigiliana con Ángeles;
Miguel que casó en Sevilla; y Antonio casado en
Cómpeta.
5).LOS PEÑONES DE FRIGILIANA
Este pago tenía
fincas de los siguiente acebuchareños: Miguel el de
Eloisa; Javier Carrameña y Eduardo Carrameña, como
tenían casas en la Acebuchal ya figuran en sus
respectivos domicilios.
6).VENTORRILLO DE LOMAS
Aquí, en este
núcleo de casas y que distaba un kilómetro de la
Acebuchal, ya en el camino de Frigiliana-Granada
vivían cuatro familias:
1).José Moreno
González y Aurora Sánchez González, tenían 5 hijos:
Dolores que estaba casada con José Casaca; Rosario
que casó con José Ranica. Serafina que casó
con Antonio Lomas Noguera; Baldomero que casó con
Dolores Santisteban; y Antonio que casó con Ana
La Miserera.
2). Antonio
Sánchez que casó con Virtudes La Panzona,
tenían 5 hijos: Aurora que casó en primera nupcias
con uno de Asperabanas, y después con uno de
Frigiliana que no sé su nombre; Virtudes que
falleció a los 18 años; Antonio que casó con Ana
Santisteban; José murió joven; y Sebastián casado
con María Villena, viven en Barcelona.
3). Vivía la
Chacha Concepción, sola y enferma, subsistía de lo
que los hijos le daban, constaba de una pequeña
habitación.
4). José Feliza
también tenía otra casa, la que alquilaba algunas
veces, esta era la mayor de todas, ya que tenía
comedor, habitación y cámara. Del que [a quien] yo
recuerdo ver y vivir en ella fue a Pepe Moreno.
Málaga, 24
de junio de
1993
El relator
(Firmado José Ramón Fernández )
Ir a la página: "LA FRIGILIANA MÁGICA"
Memorias de mi
madre, Carmen la de Emilio, en escrito de puño y letra
en Málaga durante 1991.
Me
llamo Carmen Fernández Fernández, y estas son mis
memorias, tengo 69 años y nací en la Acebuchal (Cómpeta)
el día 26 de julio de 1922, en el carnet de identidad
pone el día 29 del mismo mes. Mis padres llamaban Emilio
y Virtudes. Mis abuelos procedían de Cómpeta y de la
Acebuchal que es una barriada de Cómpeta. Cuando tenía 4
años mis padres se fueron al cortijo del Mayarín ya
estable porque mi padre pasó una pulmonía y no quedó
bien, y para venir todo los días no estaba y además la
Acebuchal es muy fría porque el Sol no da en el invierno
hasta las 11 de la mañana y se va muy pronto.
Pues
esos cuatro años que estuve en ella recuerdo algunas
cosas, me acuerdo de la gente que vivían, fui algunos
días a la escuela, me castigaron una vez porque pedí
permiso para beber agua y fue al barranco a la fuente y
Anica la de Plácido me utilizó para que le ayudara a
llevar unos manojos de esparto a su casa, cuando me vio
la maestra con ellos, me castigó, que fue le primero y
el último en todo el tiempo que estuve en el colegio.
Recuerdo más cosas de la primera vez que vi un macho
montés que lo mató el casero que en aquel tiempo estaba
en el Cortijo Clixto, que se llamaba Eulogio y lo pasó
de noche por la Acebuchal para Torrox, sería para
venderlo. Por aquel tiempo hicieron el canal del Salto
Grande que sale de Limán al río Chillar [donde]
trabajaron los jóvenes del Acebuchal, estaban mis dos
hermanos Emilio y Antonio, y Paco iba a llevarles la
hato…
Yo
era muy poquita cosa, no me gustaba nada comer, [bebía]
café negro, la leche ni probarla, siempre estaba mareada
como ahora y así me fui criando por eso no era mucho
[cuerpo]. Las comidas hinojos nos las quería, todas las
comidas me sabían a algo raro, y muy asustona, pero la
mayor culpa la tenían mis hermanos que me asustaban para
verme llorar.
Era
muy amante de los gatos, tenía que dormir con ellos, y
cuando se metían en las pencas que allí había muchas,
ya tenía llanto para toda la noche, menos mal que mi
cuñado Miguel que en aquel entonces vivía en la casa de
mi abuelos Pepe, que estaba muy cerca de la nuestra,
había que subir una asperilla nada más y el me llamaba
los gatos y salían de las pencas, entonces ya me quedaba
tranquila.
Bueno nos fuimos al cortijo del Mayarín en mes de
febrero, lo único que recuerdo es que todos llevaron
algo, y a mí me dieron un pollo metido en un cenacho no
era muy grande pero cuando iba por enfrente de la
Acebuchal, antes de llegar al ventorrillo, no podía más
con él y lo dejé en el camino. Cuando llegamos al
cortijo lo que recuerdo es que había mucho cielo y mucho
Sol. De los muebles de la cama que tenía un colcha de
ramos de colores que mi madre le decía de tela zarasa
(sic) [zaraza, tela de algodón muy ancha].
También me acuerdo de mi hermana Virtudes era una niña
grande como Laura ahora [su nieta Laura]. Cuando nos
fuimos al cortijo yo tendría 10 años. Mi padre [Emilio
Fernández González] estaba malo, enfermo por temporadas,
cuando estaba mejor era un poco fastidioso, teníamos que
andar más derecho que una vela, porque si no hubiera
sido así con tantos como éramos qué hubiera sido un
control. Por ese tiempo vino mi hermano Emilio de la
mili, que en aquel tiempo se decía servir al Rey, estuvo
en Madrid, en Caballería.
Como
mis hermanos ya eran mocitos les gustaba salir de noche,
cuando terminaban su labor y cenaban, no todas la
noches, sino los domingos y jueves, mientras los que
quedábamos si era invierno nos arrimábamos al rincón del
juego, y mi padre nos contaba muchos cuentos como el de
“La cabrita y los 5 chivotos”, el del lobo que tenía las
patas blancas y las asomaba por debajo de la puerta para
engañar a la cabra; o “Juanito el malo” que se sentó en
los huevos de la llueca; el del “Príncipe y la
doncella”; muchos acertijos porque mi padre antes de
estar malo fue muy fiestero. Porque como él tenía un
burro, él salía a los pueblos a comprar los comestibles
y se llevaba del cortijo las cajas de pasas a Málaga,
en ir y venir echaba 3 días, en ese tiempo comía en las
tabernas y ventorros y aprendía muchas cosas y después
las contaba en casa, una eran noticias y otras cuentos.
En
aquel tiempo, él contaba de los bandoleros de “El
Tempranillo” y de otros, mas las fechoría que hacían de
los secuestros, uno muy famoso es del molino de Río
Chillar Maeso (sic). Y más y más cosas que no sé poner
[escribir]. Porque entonces todo era contado, cuando
iban al pueblo compraban el periódico y se leía al que
no sabía. Yo recuerdo cuando murió Primo de Rivera
[1930], que venía fotografiado en el periódico. Mi padre
fue uno de los primeros que se enseñó un poco a escribir
y leer en la Acebuchal, por Baldomero el Obispo que se
crió en Cómpeta y se casó con una de la Acebuchal y les
daba clases de noche a los mozos que se iban a la mili
para que escribieran a su familia. Después cuando
nosotros teníamos edad, él [mi padre] nos enseñaba y
todos los 8 hijos, unos más y otros menos, todos
aprendimos algo, mi madre nunca aprendió pero fue porque
no tuvo tiempo, tenía tantas cosas donde emplear su
tiempo, que nunca lo hacía [se ponía a aprender].
Luego, cuando tenía 10 años empezamos a ir a la escuela
de la Acebuchal con mi hermana Salvadora y tita Edelmira
y Rosario la de Pepe Wenceslá. Nos íbamos juntas [desde
el cortijo del Mayarín a la Acebuchal], empezamos en el
años 1933 hasta que empezó la guerra civil y echaron a
las maestras y ya no volvieron nunca más.
En
este tiempo ya estaban casados mis hermanos: Dolores,
Emilio y Virtudes que se casó en el año 35, en
diciembre, el día 29, cuando ya estábamos todos grandes.
Por el año 34, mi cuñado Miguel el de Patamalara [casado
con Dolores], rifó una radio para recuperar dinero para
hacer una capilla en la Acebuchal, que ya estaba medida
por Clavijo, de las casas alteras de Antonio Simón y su
hermano Miguel Simón, que le decían Miguel el de Eloisa,
para que mejor se entienda, el de los Corrales que eran
de mis tíos hermanos de mi madre. Bueno pues con la
buena suerte que la rifa le tocó la radio la mismo que
la rifó, a tito Miguel el del río Patamalara. ¡Bueno ya
tenemos radio! Pero no había luz, y había que ir a la
fábrica de la luz de Patamalara don él estaba trabajando
enchufarlo, y nos íbamos de noche unos cuantos jóvenes,
los primos y amigos del campo del Mayarín, por que de
día teníamos que trabajar, que lo hacíamos desde la
mañana hasta que nos acostábamos, porque la vida de
aquellos tiempos era muy trabajosa, por que no había
máquinas para todas las cosas, lo único que había era
para coser y para picar la carne de las morcillas y
chorizos y había que darle con la mano a la manivela,
que salíamos con el brazo dolido.
Como
nos criamos en el campo no teníamos luz eléctrica, el
cantil y un quinqué de petróleo, y con esa luz todo se
hacía, coser, bordar, ganchillo, escribir, hacer de
guisar las comidas y los juegos de azar con las cartas
que también se jugaba. Como esto lo cuento para mis
hijos, pues le digo todas estas cosas porque ellos se
han criado en la ciudad y más que yo desde que me casé
ya viví en los pueblos y cambió mi vida.
Pero
sigo con lo mío, el cortijo del campo como vosotros lo
conocéis ya [ahora], pues os hacéis una idea cuando yo
chica se componía el cortijo del salón con cocina,
rincón donde guisar y echar lumbre para calentarse,
porque en el campo hace mucho frío, en invierno hasta
nevaba algo; un dormitorio y una cuadra.
Cuando se recogía todos los frutos, las pasas, higos, se
enceraban [meter en ceretes] para comerlos y los
animales también. Las aceitunas que teníamos muchas y
todas las recogíamos nosotros entre mis padres y
hermanos. Ya se metía el aceite en unos butacos (sic)
[recipientes de latón] y había para todo el año.
Bueno
viene la matanza del guarro, se hacía antes de Pascua,
empezaban los preparos, se trae la leña gorda, un saco
de sal, cebollas, dos o tres arrobas y los aliños para
las morcillas y chorizos. Se convidaban a los hijos
casados y nietos y los novios y novias de los que no
estaban casados. Esa día comíamos del guarro las
asaduras y el magro, una buena fritá, después, al otro
día se hacía un buen cocido ¡que esta más rico!, y
también las morcillas calientes ¿y que te digo del
malcocinao y chicharrones!, de una matanza esta todo
bueno ya lo sabéis.
Como
nos juntábamos muchos ya se hizo el almacén que servía
para meter los frutos y después para dormir, lo que hoy
es la cuadra, delante del cortijo, se hizo primero para
dormitorio, tenía un terrao para diversión de los niños
que le gustaba mucho jugar a todos, y se usaba apara
poner las calabazas que se recogían de los bancales y se
curaban muy bien.
Ya
después de la Navidad siempre se preparaban cosas para
comer, pero lo más importante eran las tortas de aceite,
¡tan buenas! Que se hacían en el horno y roscos,
buñuelos. Se pasaba muy bien con mucha comida, criado
casi todo en nuestra finca, no como ahora que todo pasa
por los frigoríficos donde pierden todas las sustancias.
Se
terminaba el año, gracias a Dios. Después llega el
nuevo año y se empieza otra vez de nuevo a criarlo todos
los frutos, animales y todo los menesteres, lo que no se
criaba en el campo se tenía que ir al pueblo
(Frigiliana, Torrox o Cómpeta) a por lo demás y el pan
cuando no se hacía en nuestro horno, íbamos a los cuatro
caminos, que pasara el panadero y esperábamos a que
llegara, nunca se esta sola, acudían más gentes y por lo
menos no se estaba sola.
Los
muchachos conviene mucho en las casas de campo porque
están para todo los recados y trabajábamos mucho porque
son muy aparentes para mandarlos a todos los sitios que
hacía falta y cuando llegaba la noche estábamos cansados
de tanto andar por las cuestas y caminillos [es decir,
que los muchachos hacían de teléfonos móviles]. Se me
viene a la cabeza que la primera foto que tengo fue con
15 años o más y tuve que ir del cortijo a la fábrica de
la luz del Río Patamalara, donde estaba mi hermana
Dolores, que por cierto la tiene mi Ramón y la segunda
fue en Nerja, fui en dos ocasiones, una de medio cuerpo
u otra de carnet para mandársela a mi novio que estaba
en la provincia de los molinos, en Ciudad Real, el año
antes de casarnos, que todavía la conserva en su
cartera, el de carnet.
No
sé se puedo contar bien todo esto que quiero expresar en
mis memorias.
Cuando tenía 16 años me puse novia con mi marido, él
tenía 18 años. El 10 de septiembre de 1938 lo cogieron
para la mili que todavía estaba la guerra y estuvo en
Málaga en el Campamento Benítez unos pocos meses, seis
meses. Nos veíamos algunas semanas cuando le daban
permiso. Un día salió para Sierra Nevada por las
Alpujarras, estuvo en Peña Jabalí, campamento de
Capileira, Carcajo Negro, donde se pasó todo el invierno
del 39, ya en abril del se acabó la guerra y se lo
llevaron a Adra (Almería). Todo ese territorio lo
anduvieron a pie cargado con el macuto y armamento y con
los piojos que llevaba en el cuerpo, que no eran pos,
cogió un sarampión… Por ese tiempo, por noviembre me
disguste con él (con José Ramón), porque vino de permiso
de sábado a domingo y no llegó a verme, porque no tuvo
tiempo [según él], lo dedicó todo para sus padres y
hermanos, tanto coraje me dio que no le contestaba a las
cartas que me escribía, y así pasaron 6 meses.
En
el año 35 hubo tres bodas en la Acebuchal, la de mi
cuñado Miguel, hermano de papá, que se casó con Ana
Sánchez; mi prima María hermanan de Edalmira, y la de mi
hermanan Virtudes con tito Paco Villena en todas vino el
cura de Cómpeta don Teófilo que estaba en Cómpeta de
párroco, vino porque tenía mucha amistad con mi cuñado
Miguel el marido de mi hermana Dolores, y se celebraron
todas muy bien.
Yo
en ese tiempo con mis 13 años me gustaba ir a todas la
bodas, había bailes de la rueda, íbamos a los cortijos y
a la fábrica de la luz al río Patamalara a escuchar la
radio y no veníamos a las 12 de la noche por aquellos
caminos tan malos, pero como veníamos mucho no sentíamos
nada y estábamos tan acostumbrados. Nuestras salidas
eran a los cortijos a ver vecinos y familiares,
llevábamos a la Virgen Milagrosa, que ahora en encuentra
en el Cortijo del Pino, y había la costumbre de rezar un
rosario y después del rosario se bailaba a la rueda o
saltar a la comba y también a las prendas, que se le
decía el anillo, era cosa de jóvenes, se iba echando el
anillo en las manos a todos, pero ya sólo la cogía en
uno de ellos, y otra persona tenía que acertar dónde
estaba y si no la acertaba perdía una prenda de las que
tenía puestas en su cuerpo y para recuperarla le echaban
un castigo, que los había de muchas clases, como decirle
al otro un recadito al oído, uno que guste y otro que no
guste, hacer cualquier cosa, cantar bailar, ponerse feo,
o muy graciosa o servir de espejo, uno se ponía frente
al otro, si se peinaba, el otro lo hacía también, si se
pintaba la cara el otro lo hacía también, y así todas la
muecas que le daban la gana, y si no lo hacía no le
devolvían la prensa, que podía ser un reloj,, anillo,
corbata, collar u otras cosas.
El 18
de julio de 1936 empezó la guerra y cambiaron todos
nuestros planes, todo se estropeó, se presentaron
nuestras penas por los novios que se los llevaron a la
guerra y entraron la preocupación y los disgustos. Paco
Villena, casado con mi hermana Virtudes estuvo embarcado
en el patrullero Ruiz de la Puente, mientras el marido
estuvo en la guerra mi hermana se vino al cortijo con
nosotros…
Continuará
Nota.- Mi madre falleció en Málaga el día 5 de julio
de 2005.
|
Conexiones con:
Ramón Fernández Palmeral
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